Decálogo para reescribir el libro de la nutrición del pollo

La nutrición avícola va a tener que interactuar más con otros aspectos de la producción y transformarse, en particular con referencia a la sustentabilidad, ingredientes, manejo de datos, variabilidad y formulación en tiempo real.

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“Hay que pensar diferente” y ver qué variables podemos mover para ser más eficientes, sostiene el nutricionista Mário Penz. | Foto: Benjamín Ruiz
“Hay que pensar diferente” y ver qué variables podemos mover para ser más eficientes, sostiene el nutricionista Mário Penz. | Foto: Benjamín Ruiz

El nutriólogo o nutricionista está frente a nuevos paradigmas. Y Mário Penz, reconocido nutricionista de Cargill en Brasil, no puede ser más claro: “Tenemos que reescribir el libro de la nutrición del pollo”, pero junto con las incubadoras, las reproductoras, los compradores, los vendedores. Todo forma parte de la nutrición avícola.

Penz opina que no debe confundirse la nutrición y la formulación. El nutricionista ideal es el que ya no necesita formular. "Es el que da el conocimiento para cambiar las cosas. Debería estar en el laboratorio, preocupado por la segregación de ingredientes, en lucha con el comprador para enseñarle que el maíz no es un commodity, y no simplemente ajustando fórmulas”, asegura.

He aquí los 10 puntos para pensar en la nueva nutrición del pollo:

  1. Sustentabilidad y agua

El nutricionista puede colaborar con la sustentabilidad mediante el mejoramiento de la conversión alimenticia con dietas de alta digestibilidad. Cuando se conoce, reduce el costo de producción, favorece la salud intestinal, mejora la conversión alimentaria y disminuye la contaminación. La digestibilidad de los ingredientes varía con la edad del pollo, año y región.

Esta mejora de la conversión alimenticia y de digestibilidad de los alimentos disminuye el consumo de agua, tema muy relevante “porque siempre nos olvidamos de este nutriente”.

  1. Nutrición de precisión y variabilidad entre granjas

No se puede pensar en nutrición de precisión si seguimos trabajando con márgenes de seguridad muy altos. Si el nutricionista no sabe con qué trabaja, si no tiene confianza en la información que dispone, necesita conocer más para poder eliminar los márgenes de seguridad.

Penz apela a la revisión concienzuda de los datos de producción. Una empresa no puede tener granjas con muy buen desempeño y granjas con mal desempeño, “y querer solucionar todo con la adición de un poco más de lisina”, porque la lisina o metionina extras no reducen la variabilidad.

Se dan situaciones reales en donde hay una variabilidad entre granjas de más de siete gramos en la ganancia promedio diaria. Pero lo peor es que haya supuestos mejores productores que se desempeñen peor que los malos. Si el alimento, los pollitos y los técnicos son los mismos, esto no se debe a la nutrición.

Necesitamos entrar en una “discusión de nutrición, que no es nutrición”. Las empresas desconocen más del 50 por ciento de la variabilidad. Y la peor parte viene del 50 por ciento que se sabe que proviene de galpones y galponeros.

Se tiene que medir el consumo de alimento y agua en tiempo real, con básculas para el alimento y medidores de consumo de agua, de temperatura y de calidad. No hay que dudar en brindar agua fría a los pollos. Por cada grado que la temperatura del agua sobrepasa los 25°C, los pollos reducen en siete por ciento el consumo de agua. Recordemos: los pollos comen porque beben.

3. Antibióticos mejoradores de desempeño 

Entramos a una nueva era con respecto a los antibióticos mejoradores de desempeño. Se acabó el dar un antibiótico robusto ante algún problema. “Tenemos que mirar el intestino para manejar la microflora y el sistema inmune”. El 70 por ciento del sistema inmune del ave proviene del intestino. 

Hay que enfocarse en mejorar la barrera física o en aumentar la mucosa, entre otras. Se necesita trabajar con bioseguridad, calidad de alimentos, manejo (densidad, vacío sanitario, condiciones ambientales), si no, no se sobrevivirá. 

“Hay que entender el negocio del pollo de punta a punta”, afirma Penz. Se debe mapear la microbiota de tal forma que, cuando manejemos la dieta, seamos capaces de cambiar la estructura microbiana del tracto intestinal. Así, al recomendar un aditivo, sabremos que funciona bajo ciertas condiciones, que beneficia a la relación hospedero-microorganismos. 

Los antibióticos actúan directamente sobre el agente causante del desafío, mientras que los no antibióticos (enzimas, prebióticos, probióticos, acidificantes, aceites esenciales y antioxidantes) actúan en el hospedero, para reducir el desafío de forma indirecta. 

“No se arregla un problema con 100 g de aceites esenciales”. Los aditivos van a funcionar, en granjas buenas; las malas tenderán a desaparecer. 

4. Nutrición in ovo 

Aunque aún tardará en salir, su importancia radica en las células satélite que se desarrollan entre los tres y cuatro últimos días de la vida embrionaria y los siete días después de nacimiento. De ahí también la importancia de que los pollitos coman el primer día para no comprometer el desarrollo de la pechuga y músculos. 

5. Variación en ingredientes 

Penz hace énfasis en la calidad de las materias primas. Ilustra un ejemplo de resultados de 2,593 muestras de harina de soya con un promedio de 46.6 por ciento de proteína, cuya variación es tremenda: de casi 49 por ciento a casi 44 por ciento. 

La reducción de un por ciento de proteína cruda en la dieta reduce la excreción de nitrógeno en 13 por ciento. Esto es sustentabilidad, no márgenes para cubrirnos. 

No es posible esto, sobre todo cuando en partes de la producción avícola, como en la planta de incubación, se preocupan por variaciones de un grado Fahrenheit de diferencia en las máquinas, y no hacemos nada por la variación de los ingredientes. 

6. Tamaño de partícula 

No debemos seguir dando polvo a los pollos si sabemos que al aumentar el tamaño de partícula se aumenta el tamaño de la molleja y toda la salud intestinal depende del reflujo duodenal. 

Según estudios de Penz y colaboradores, conforme incrementa el tamaño de partícula del maíz, aumenta el peso de la molleja. Y no solo eso. Se mejora la conversión alimenticia y la ganancia de peso, además de ampliar el consumo de alimento. Incluso se evita la oportunidad de que las aves dominantes escojan el alimento y de que no haya uniformidad. 

A los pollos no les gustan las partículas menores a mil micrones. Cuando hay finos, la actividad de la tripsina que digiere las proteínas es menos eficiente que cuando hay partículas gruesas. Así, la molienda fina interfiere en el proceso de producción y la secreción enzimática. 

Con un buen pélet se obtiene la misma conversión, pero con 200 kcal menos. En Brasil, 200 kcal menos multiplicadas por 15 centavos de dólar es igual a 30 dólares. “¿Y dicen que no peletiza porque es muy caro?”, cuestiona Penz. 

El pollo gasta 20 por ciento de su energía en abrir y cerrar el pico. Cuando come un pélet, abre el pico menos y esta energía se transforma en energía neta. Por eso es que los pollos que comen pélets ganan más peso, y se puede trabajar con menos energía. 

7. Producción y formulación en tiempo real 

La producción avícola no termina cuando se va el lote. “Tenemos que conocer las granjas en tiempo real para tomar medidas en tiempo real”. Hay que tener información y usarla: datos del ambiente (temperatura, calidad del aire, iluminación) y datos de producción (consumo de agua y de alimento, y mortalidad). 

Mientras más rápido se reciba la información, más rápida será la identificación del problema a solucionar y se toman medidas más eficientemente. Se puede evaluar la información por galpones separados y disminuir las evaluaciones subjetivas. 

Ya hay granjas —en Latinoamérica— con galpones de ambiente controlado, que cuentan con una central de control en donde se realiza la interpretación en tiempo real de los datos. Esto no es el futuro, es el presente. 

El presente también es formular en tiempo real. Para ello, existen dispositivos de infrarrojo cercano por donde pasan los ingredientes y cada 20 segundos se realiza un análisis, de tal forma que el siguiente lote de alimento balanceado ya sale con otra fórmula. 

8. Fases de alimentación 

Al hablar de fases de alimentación del pollo, pareciera que siempre nos falta una. Pero lo cierto es que más de tres fases resulta mejor. 

Los pollitos tienen una capacidad digestiva diferente a los pollos más viejos, por eso resulta bueno tener una fórmula para la primera semana, aunque no sea ideal para la logística. 

Se ha demostrado en investigaciones que seis fases reducen la excreción de nitrógeno en un 40 por ciento. 

Hay que evitar que falten o sobren nutrientes. Cuando hay exceso de aminoácidos o la dieta está mal balanceada, hay que excretar más ácido úrico y por supuesto se gasta más energía. 

9. Sexos separados 

Muchos avicultores no alimentan por sexos por imitar la producción de Estados Unidos. Los productores estadounidenses tienen clientes de pollos de 3.5 kg y de 1.8 kg. Pero si un cliente pide pollos de 2.4 kg, no se puede con machos y hembras juntos. 

Al hablar de un caso real de una empresa que necesitaba aves de 2,550 g a los 42 días, midieron el peso de los pollos individualmente. El promedio general de la parvada estaba muy cerca de los 2,550 g, pero al ver los pesos de machos y hembras por separado, “el único peso que no había era 2,550 g”. Los sexos mixtos presentaron un coeficiente de variación de 11.1, mientras que el de los machos era de 5.4 y el de las hembras, de 4.8. Hay que cuestionarse cómo se va a vender un producto de 2,550 gramos si no está disponible. 

Por ejemplo, en metaanálisis hechos con datos de Cobb y Ross, se sabe que los machos requieren más lisina que las hembras. Si se alimentan los sexos juntos, hay que formular una dieta de sexos mixtos enfocada en machos porque no se puede tener un macho con menos lisina. Aquí el productor paga el 50 por ciento de los platos rotos. 

Las líneas genéticas tienen diferentes requerimientos de lisina. Hay muchas compañías avícolas que tienen dos líneas genéticas como una estrategia. Pero en un galpón no se pueden tener lotes mixtos de sexos y de dos líneas. 

10. Formulación no lineal 

Siempre se ha trabajado con formulación al mínimo costo, con nutrientes, ingredientes y requerimientos. Pero ahora, si ponemos dentro de la formulación datos como mortalidad, conversión alimenticia, densidad, requerimiento de pollos procesados, costo del pollito, vacío sanitario y pago al productor peso, llegamos al menor costo de producción por kilo de pollo. Si añadimos peso, consumo de alimento, rendimiento, precio al mercado, y venta total, llegamos al margen. 

“Hay que pensar diferente” y ver qué variables podemos mover para ser más eficientes, sostiene Penz. 

Lea el reporte completo en Industria Avícola Febrero 2018.

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