Eficiencia del ácido fítico en alimentos para aves

El ácido fítico es la principal forma de almacenamiento del fósforo en las plantas. Los granos y las oleaginosas conforman del 50 al 90 por ciento de las fórmulas para aves, pero estos animales no tienen fitasa para aprovechar el fósforo fítico.Deben determinarse las proporciones de fitasa a fósforo y analizarse con mucho detalle el costo de las fitasas superefectivas.

El ácido fítico liga una cantidad considerable de fósforo en los ingredientes de origen vegetal.
El ácido fítico liga una cantidad considerable de fósforo en los ingredientes de origen vegetal.

El ácido fítico es la principal forma de almacenamiento del fósforo en las plantas. Si se encuentra como sal, se le conoce como fitato, y más específicamente fitina, si es una sal de calcio o de magnesio. Las aves no pueden utilizar el fósforo ligado al ácido fítico, porque carecen de la enzima necesaria (fitasa) para digerir este compuesto y su sal fitato. Además, debido a sus propiedades quelatantes, el ácido fítico liga a otros minerales en el intestino: calcio, magnesio, hierro y zinc.

En pocas palabras, el ácido fítico de los ingredientes de origen vegetal es un componente indeseable que no sólo inutiliza al fósforo, sino que también reduce la disponibilidad de otros minerales del alimento.

Al ser el ácido fítico la forma de almacenamiento más importante en las plantas, es de esperarse que se vea limitada la digestibilidad del fósforo en los principales granos y fuentes proteínicas. De hecho, es ampliamente aceptado entre nutriólogos o nutricionistas, que alrededor de dos terceras partes del fósforo total de las materias primas vegetales se consideren indisponibles para la formulación de alimentos para aves. Esto se puede verificar mediante una revisión más detallada de los valores reales (véase el cuadro 1).

Contenido de fitasa de los granos

Los granos contienen una cantidad similar de fósforo total (alrededor del 0.30 por ciento); su digestibilidad también es bastante similar aunque es cierto que difiere ampliamente en las aves. De hecho, la disponibilidad del ácido fítico en granos como el trigo, cebada, centeno y triticale se caracteriza por ser mejor. Esto se debe a concentraciones elevadas de la enzima fitasa dentro del grano, que se usa durante la germinación para liberar fósforo para el crecimiento de la nueva planta.

Aunque todas las semillas de los cereales cuentan con suficiente fitasa para sus propios propósitos, resulta que estos granos en especial son bastante ricos en esta enzima para que sea más disponible el ácido fítico para las aves.

A partir del cuadro 1, es también evidente que las fuentes de proteínas no siguen un patrón similar al de los cereales en lo que se refiere a la concentración de ácido fítico, pero sí padecen de los mismos coeficientes bajos de digestibilidad y disponibilidad. De hecho, la harina de girasol es sumamente baja en fósforo utilizable, por lo que se necesita de la adición de niveles altos de fosfatos inorgánicos en alimentos ricos en este ingrediente. 

Finalmente, vale la pena hacerse notar que los ingredientes de origen animal son muy aptos como fuentes de fósforo, con valores de digestibilidad y disponibilidad particularmente altos.

Fuentes de fósforo

Los granos y las oleaginosas conforman la mayoría de los ingredientes (del 50 al 90 por ciento) en la mayor parte de las fórmulas para aves, pero estos animales requieren de un fósforo mucho más digestible y disponible que lo que estos ingredientes brindan. Para remediar esta deficiencia, existen dos métodos:

1. Fosfatos inorgánicos

Invariablemente se añaden ingredientes ampliamente conocidos, tales como los fosfatos mono y dicálcicos, a las dietas avícolas, a una tasa de 5 a 10 kg por tonelada. Ambos contienen entre 20 y 24 por ciento de fósforo, en función del origen y la pureza, aunque difieren sus valores biológicos, de tal manera que el fosfato monocálcico es más digestible o disponible que el fosfato dicálcico.

Hoy en día, dichas fuentes de fosfato son bastante caras y además, es cuestionable su disponibilidad a largo plazo, pues depende de la minería no sustentable. 

2. Fitasa exógena

Las aves no pueden sintetizar fitasa, pero sí lo hacen ciertas bacterias, por lo que se usan para fabricar productos comerciales que presentan un alto nivel de actividad de fitasa. Cuando se añaden al alimento para animales, se ha probado que la fitasa exógena mejora la degradación del ácido fítico. Bajo la mayor parte de las condiciones prácticas, una sola dosis de fitasa (en función de las recomendaciones del fabricante) libera 0.08 por ciento de fósforo ligado al ácido fítico. Con base en los precios actuales de los fosfatos inorgánicos y las fitasas exógenas comerciales, por lo general vale la pena incluir fitasa en las dietas comerciales de aves.

El bono extra de esta práctica es una menor contaminación ambiental por no haber tanta excreción de fósforo en las excretas.

¿Cuánto fósforo se puede liberar con la fitasa?

Si, por ejemplo, ponemos una dieta promedio de aves que contenga 70 por ciento de maíz y 20 por ciento de harina de soya, con el 10 por ciento de los demás ingredientes restantes sin fósforo, podemos calcular una concentración de fósforo total en la dieta del maíz y de la harina de soya de 0.30 por ciento.

De ese porcentaje, 0.21 por ciento es fósforo ligado al ácido fítico y 0.09 es fósforo no ligado al ácido fítico, en el supuesto de que las proporciones de fósforo fítico a fósforo total del maíz y de la harina de soya sean de 75 y 65 por ciento, respectivamente.

Ahora, con el uso de una sola dosis de una fitasa exógena, reducimos la cantidad de fósforo ligado al ácido fítico en 0.08 puntos porcentuales, o sea, baja al 0.13 por ciento. Ya que el fósforo liberado (0.08 por ciento) pocas veces basta para cubrir las necesidades de los animales, aún así necesitamos usar fosfatos inorgánicos.

Entonces, la gran pregunta es: ¿Podemos usar más fitasa para descomponer ese 0.13 por ciento de fósforo que todavía está ligado al ácido fítico? La respuesta es sí... y no. Las investigaciones han demostrado que la adición de más fitasa va a liberar más fósforo, pero a una tasa reducida.

En promedio, se espera que una segunda dosis libere como la mitad de lo de la primera dosis (es decir, 0.04 en lugar de 0.08 por ciento), e incluso en este punto, apenas es económico, a menos que sean sumamente caros los fosfatos inorgánicos. De esta forma, no podemos liberar mucho más de ese fósforo virgen mediante el incremento de la dosis de una fitasa normal.

Para superar este problema, se han desarrollado fitasas de nueva generación que se dice que liberan hasta un 0.15 por ciento o más del fósforo (para dejar 0.30-0.15 = 0.15 por ciento o 50 por ciento aún ligado al ácido fítico). No es de esperarse que haya una descomposición completa del ácido fítico, porque ningún sistema o proceso biológico es 100 por ciento eficiente, pero sí debe esperarse que se mejoren estas cifras, pues apenas estamos a la mitad de camino del potencial total.

Por el momento, el costo de estas fitasas superefectivas debe analizarse con mucho detalle, con base en los datos generados en estudios bien diseñados publicados en revistas científicas arbitradas de credibilidad.

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