Un día sin pollo en la mira

En la República Dominicana se desató hace unas semanas un problema nacional en el que se vieron involucrados los productores, los distribuidores, el gobierno y los consumidores. Todo parece indicar que debido al alza del precio del pollo, en donde se echaban la culpa los unos a los otros, ocasionó que Pro Consumidor organizara “un día sin pollo” en una fecha determinada, aunque también había noticias que indicaban que sería el martes de cada semana.

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En la República Dominicana se desató hace unas semanas un problema nacional en el que se vieron involucrados los productores, los distribuidores, el gobierno y los consumidores. Todo parece indicar que debido al alza del precio del pollo, en donde se echaban la culpa los unos a los otros, ocasionó que Pro Consumidor organizara “un día sin pollo” en una fecha determinada, aunque también había noticias que indicaban que sería el martes de cada semana. 

Los organizadores  

Al ver el nombre de Pro Consumidor, uno piensa inmediatamente que se trata de una organización civil que vela por los intereses del consumidor, pero cual fue mi sorpresa que se trataba del Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor, organismo estatal creado mediante la Ley General de Protección de los Derechos del Consumidor o Usuario, que supervisa el desarrollo de las operaciones comerciales de compra y venta en el mercado nacional. Por lo que vi en su página web, “su función principal es establecer y reglamentar las políticas, normas y procedimientos necesarios para la protección efectiva de los derechos de los consumidores en la República Dominicana”. Para ello, entre sus actividades se encuentra la de “servir como ente conciliador entre consumidores y proveedores para la solución de controversias generadas por el incumplimiento o violación de los derechos de los consumidores” y la de “promover las buenas prácticas comerciales mediante la educación de los proveedores participándoles sus deberes para con los consumidores o usuarios de los bienes o servicios que estos ofrecen”. Su misión es la de “proteger a los consumidores y usuarios de bienes y servicios, mediante la aplicación de las normas jurídicas establecidas”. 

Conciliación y buenas prácticas 

Hasta donde llega mi conocimiento de la situación, en alusión al párrafo anterior, no me parece que la organización de un evento de este tipo sea conciliatorio, ni que tampoco promueva las buenas prácticas comerciales mediante la educación y mucho menos que aplique las normas jurídicas establecidas. Queda claro que esta situación en la Dominicana es una lucha de poderes e intereses, en los que están involucrados los productores, pero también los distribuidores, que en muchos casos son los que se llevan la mayor tajada. Y aquí es donde quizás debería entrar la participación del estado: en poner las bases jurídicas para que haya un comercio justo, en propiciar el diálogo entre las partes. Pero no creo que sea adecuado que organice la confrontación y que de esta forma intervenga en la oferta y la demanda, base de la economía. 

Situación mundial 

Como consumidores, y a pesar de que nos duela y sea a costa de nuestro bolsillo, debemos estar conscientes de que los altos precios de los alimentos están aquí para quedarse. Ya no hay marcha atrás y los especialistas han sido muy claros en eso. Los productos de origen animal son los que han recibido este impacto de manera particularmente fuerte, por aquello de los altos costos de los granos y el efecto de la industria del etanol. La avicultura es una gran consumidora de estos insumos y he aquí el resultado. Pero, no perdamos de vista que la avicultura sigue siendo la más eficiente de todas las industrias pecuarias. 

El poder del consumidor 

Es obvio que Pro Consumidor de la República Dominicana, recibió luego el apoyo de otros grupos y organizaciones vecinales, pero ¿de quién fue la iniciativa? Para mi, lo lógico hubiera sido que la iniciativa surgiera de los grupos y organizaciones civiles, que con todo derecho, pudieran haber presionado a quien fuera el que ocasionó los problemas. Pero nunca el gobierno en contra de una de sus más importantes industrias pecuarias. 

Recuérdese además que los dominicanos son buenos consumidores de pollo, unos 32 kg (70 lb) per cápita al año, y es la carne que más consumen en el país. Entonces, no creo que valga la pena afectar a la industria, que tendrá su impacto negativo sobre la oferta y que por ende hará que aumente aún más el precio. Y quizás también de refilón, le pegue a los empleos. 

No obstante, esto puede considerarse como una fuerte llamada de atención para los productores, para que no subestimen el poder que puede tener el consumidor. 

Calidad 

Lo que es curioso, es que en este conflicto no parece hablarse de la calidad de los productos en ningún momento. Esto da a entender que el producto es bueno, entonces corresponde aquí a los productores, quizás a la Asociación Dominicana de Avicultores trabajar en ello, así como anunció que “trabajarán para conjurar la volatilidad intensa en los mercados internacionales de los commodities básicos”. 

Vuelvo a insistir, la calidad debe ser un frente común para batallar contra muchos problemas, así como también la versatilidad del producto.

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