14 aspectos para usar butirato y mejorar el desempeño avícola

Hay varios aspectos que nos llevan a ver por qué usar el butirato de sodio en la producción avícola.

La microbiota, el sistema inmunitario y las células intestinales son cruciales para lograr el máximo peso del ave al final de la crianza. Foto de Benjamín Ruiz.
La microbiota, el sistema inmunitario y las células intestinales son cruciales para lograr el máximo peso del ave al final de la crianza. Foto de Benjamín Ruiz.

La primera semana del pollito es crucial en el proceso de crianza. Existen numerosas variables que actúan en conjunto durante este periodo: calidad del pollito al nacimiento, requerimientos adecuados de crianza como la temperatura, niveles de nutrientes en los alimentos y calidad de tamaño de partícula, horario estricto de manejos y otras más. 

En la base de todo esto está el reconocimiento de que hay un cambio muy complejo en la adaptación del pollito desde la vida dentro del huevo a la externa, sin protección física. Estos cambios deben también hacerse de manera óptima al final de la primera semana, para que puedan obtenerse los resultados finales de la crianza. 

Nos enfocaremos a presentarles quince puntos a tomar en consideración, que apoyan por qué el ácido butírico, es el sustento de un mejor desempeño en la primera semana. 

  1. Consumo temprano de alimento: debe lograrse para promover eficientemente la absorción del saco vitelino (tanto nutrientes, como anticuerpos). 
  2. Ayuno: un tiempo prolongado de ayuno entre la eclosión y la llegada a consumir alimento en la granja incrementa la mortalidad temprana y el riesgo de contaminación (E. coli) y reduce el peso final de la primera semana. 
  3. Alimento y agua: más que la formulación del alimento, el tamaño de la partícula del alimento y la disponibilidad en el entorno del pollito son críticas para conseguir que consuma suficiente a la llegada a la granja y durante toda la primera semana. La disponibilidad de agua es determinante en el consumo de alimento. 
  4. Temperatura de la cama: en la recepción, la temperatura de la cama es crítica para los pollitos. Un “enfriamiento” incrementa la producción de calor del pollito, lo que se traduce en reducción de la masa muscular y retraso en la absorción del saco vitelino. 
  5. Peso del pollito al nacimiento: el peso está relacionado con el del huevo y este con la edad de la reproductora, situaciones que no podemos cambiar a nivel de la granja. El peso del pollito al nacer se espera que se incremente entre un 420-450 por ciento durante la primera semana, desarrollo que no volverá a tener durante toda su vida, por lo que perder esta oportunidad, significa reducir el peso final de manera irremediable. No todos los pollitos lograrán esta meta, por lo que disminuir la dispersión de pesos en la primera semana es crucial para lograr mayor homogeneidad al final del ciclo. 
  6. Crecimiento de los órganos: de entre los órganos, el de mayor crecimiento es el tubo digestivo del pollito, por lo que es indispensable adaptarlo al consumo de nutrientes del alimento. El incremento de tamaño del intestino y el hígado se logra con el incremento de consumo de alimento y la absorción total de la yema. Los enterocitos incrementan el proceso de división celular desde la eclosión, lo que aumenta rápidamente el número de células y con ello el tamaño de las vellosidades. Luego, estas células aumentan también su volumen y maduración. La capacidad de digestión y absorción de nutrientes se incrementa en proporción a la superficie total del intestino, que puede llegar a ser en el pollito, hasta 23 veces desde la eclosión. 
  7. Colonización del intestino: después de la eclosión, el intestino se coloniza por bacterias del medio ambiente y las que encuentra al llegar a la granja, fenómeno crucial de la primera semana. La colonización crece de la cabeza a los ciegos y cambia de perfil de especies, de las anaerobias facultativas a las anaerobias estrictas. 
  8. Sistema inmunitario: al día de la eclosión, el intestino tiene ya una cantidad de tejido inmunitario asociado al intestino en la lámina propia y otras estructuras. Las aves cuentan con las tonsilas cecales o el propio divertículo de Meckel, que pueden actuar como reservorio de células. Al final de intestino hay una estructura linfática única de las aves, la bolsa de Fabricio que es un órgano básicamente formador de células B. 
  9. Células linfáticas: alrededor de los 3-6 días de la eclosión, inicia la colonización más importante de células linfáticas (linfocitos, células K, macrófagos, células dendríticas). Para que dicho propósito se complete, es necesario que el tamaño de las vellosidades y el crecimiento del intestino sea suficiente para permitir esta colonización, de otra forma será insuficiente y el período de capacitación de las células no será óptimo.
  10. Patrones de reconocimiento de patogenicidad: si bien las células inmunitarias innatas (macrófagos, dendríticas, NK y otras) tienen ya por herencia patrones de reconocimiento de patogenicidad que les permiten determinar cuál microflora es o no potencialmente patógena, estas células deben “aprender” a utilizar y expresar dichos patrones. La microflora inicial “capacita” a las células linfoides para hacer más efectiva su actividad en el reconocimiento de dichos patrones. Esta capacidad adquirida será necesaria para no sólo reconocer los antígenos intestinales, sino otros como vacunales, incluso en otros órganos. Cuando no hay suficiente microflora (generalmente por antibióticos) el desarrollo de la capacidad del sistema inmunitario se reduce, incluso en la vida adulta del ave, una de las causas más frecuentes del retraso en la respuesta correcta a las coccidias. Los enterocitos también se deben capacitar para el reconocimiento de antígenos y la formación de péptidos antimicrobianos, lo que, a diferencia de otros tejidos, los convierte en células que pueden dirigir el proceso inmunitario, aun sin la presencia en la mucosa de linfocitos. 
  11. Microbiota, sistema inmunitario e intestino: la relación de la microbiota, el sistema inmunitario y las células intestinales es crucial para lograr un desarrollo adecuado durante la primera semana y conducir al máximo peso del ave al final de la crianza. Como ya se mencionó, el tamaño de las vellosidades está genéticamente determinado en la eclosión y se incrementa con la fermentación de nutrientes en la luz del intestino, de manera que el huésped pueda competir por los nutrientes con la microflora de una manera eficiente. 
  12. Ácidos grasos de cadena corta: La microflora inicia la formación de ácidos grasos de cadena corta (volátiles) a partir de la fermentación de los azúcares, proteínas y grasas de la dieta, productos que sí se pueden reconocer en el intestino. En las vellosidades hay una cantidad pequeña de células enteroendócrinas que tiene receptores moleculares tipo GP41-43 que son capaces de estimularse en función de la presencia de estos ácidos grasos. 
  13. Ácido butírico: Aunque todos los ácidos grasos de cadena corta estimulan las células enteroendócrinas, es el ácido butiríco el que tiene más efecto en la producción de señales químicas como el GLP-2, que es la que reconocerán las células de la cripta para aumentar la tasa de mitosis y por lo tanto aumentar los enterocitos en las vellosidades, lo que las lleva al máximo desarrollo. Esta manera fisiológica es a la que las vellosidades responden a la presencia de la microbiota. Los cambios en la microbiota producidos por antibióticos, la reducción del consumo de alimento, la mala calidad del agua, tiempos largos de ayuno y otros defectos de manejo de la primera semana, reducirán la producción de ácidos grasos de cadena corta (butirato) y por lo tanto limitarán el crecimiento del intestino en la primera semana, lo que a su vez limita el desarrollo final del ave. 
  14. Microbianos alimentados directamente: Como posibles soluciones se han utilizado los microorganismos alimentados directamente para compensar o promover una microflora para estimular la producción de ácidos grasos de cadena corta. Sin embargo, si persisten las medicaciones o no se logra el consumo, este efecto no se logra. Además, estos microorganismos requieren nutrientes como los carbohidratos complejos no digeribles, lo cuales también se han probado como parte de la solución. 

Uso del butirato de sodio 

El ácido butírico es un producto muy volátil, por lo tanto, hay que convertirlo en sales. La más soluble y por lo tanto de mejor absorción, es el butirato de sodio, que puede aplicarse directamente al alimento. Sin embargo, su mal olor limita el uso en las plantas y sobre todo que se absorbe rápidamente en el estómago y el duodeno, por lo cual los primeros trabajos del uso de los productos utilizaban cantidades de 1 a 2 kg por tonelada. 

Debido a que el efecto esperado del butirato se localiza a nivel de los enterocitos, no es necesaria una cantidad muy amplia de producto, sino que se mantenga más tiempo en contacto con la mucosa. 

Para lograr esto, se ha desarrollado un producto en el cual el butirato se aloja en una matriz de grasa para liberación precisa. Esto es, que se puede distribuir el producto lentamente durante el curso de las partículas por el intestino, en aproximadamente 90 minutos. 

En el proceso de la fabricación del alimento, este producto también es más estable y reduce las pérdidas en el peletizado, sin desprender malos olores. 

Numerosos trabajos científicos en la literatura y los resultados en campo en los últimos años con el uso de estos productos demuestran cómo es posible modificar el ambiente intestinal de los pollitos y promover la consecución de los mayores estándares de crecimiento, uniformidad y sanidad de las parvadas, siguiendo la fisiología natural. 

El lector puede solicitar la bibliografía directamente al autor.

Lea el reporte completo en Industria Avícola Octubre 2017.

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