La calidad del alimento balanceado se determina mejor por el nivel de actividad del inhibidor de tripsina

Es de todos conocido que la soya tiene factores antinutricionales. No obstante, en buena medida se ignora su presencia, ya que damos por sentado que se destruyen con el tratamiento térmico durante el proceso de extracción por solventes del aceite (harina de soya) o la extrusión (soya integral o harina de soya procesada con extrusión y expeller).

Es de todos conocido que la soya tiene factores antinutricionales. No obstante, en buena medida se ignora su presencia, ya que damos por sentado que se destruyen con el tratamiento térmico durante el proceso de extracción por solventes del aceite (harina de soya) o la extrusión (soya integral o harina de soya procesada con extrusión y expeller). Desafortunadamente, no puede evitarse que haya algunos residuos de factores antinutricionales, que no dejan de ser importantes, ya que para que hubiera una eliminación total se necesitaría sobrecalentar la proteína, lo que la desnaturalizaría. Esto es contraproductivo, ya que un proceso así reduciría el valor nutritivo de este nutriente.

En la actualidad, la calidad en términos de los factores antinutricionales se determina mejor mediante el nivel de actividad de inhibidor de tripsina, con niveles residuales de 2-3 unidades/mg hasta 20-30 unidades/mg.

Lamentablemente, es raro que contemos con esa información, en especial en el caso de la harina de soya estándar, y aunque les es difícil a los animales monogástricos manejar los factores antinutricionales de la soya, nunca se ha cuantificado este aspecto con el suficiente detalle, al menos en el caso de los pollos de engorda.

En un reciente estudio hecho en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina se evaluaron los efectos de diferentes niveles de la actividad de inhibidores de tripsina en alimento para pollos con 1.4 a 6.4 unidades/mg, con harina de soya y soya extruida de diferentes concentraciones de inhibidores. Los resultados indicaron que no se ve afectado el desempeño con alimento que contenga hasta 2.4 unidades/mg, pero que arriba de 3.4 unidades/mg, el desempeño del crecimiento empezó a afectarse de forma negativa y significativa.

Las aves con niveles de 3.4 a 4.4 unidades/mg presentaron un peso final intermedio (alrededor del 3 por ciento menor que las aves con niveles muy bajos), mientras que las aves con 5.4 y 6.4 unidades/mg presentaron los pesos más bajos a los 49 días de edad (alrededor de 6-9 por ciento menos que las aves con dietas bajas). La eficiencia de la utilización de alimento balanceado se vio negativamente afectada solo en los niveles más altos de concentración de actividad de inhibidor de tripsina (alrededor de 6 por ciento peor que los tratamientos más bajos). Se calculó que las aves alimentadas con el nivel más alto necesitan al menos tres días extras para llegar al mismo peso final que las aves con los niveles más bajos.

Los efectos sobre el peso corporal y la eficiencia alimenticia concordaron con el tamaño del páncreas, que se encontró agrandado en los pollos alimentados con dietas altas en actividad de inhibidores de tripsina. En este punto, cabe mencionarse que la actividad de inhibidor de tripsina se refiere a la inhibición de las enzimas proteolíticas naturales, que causan que el organismo secrete mayores cantidades de dichas enzimas para compensar la reducción de eficacia. Aparentemente, en niveles altos de consumo de inhibidores, no es adecuado este mecanismo de compensación, de tal manera que se pierde el desempeño del crecimiento.

Con base en estos resultados, es factible usar la concentración de actividad de inhibidores de tripsina en los productos de soya como un parámetro de especificación de nutrientes en la formulación del alimento. Para ello, debe conocerse el nivel de actividad, mediante un sencillo análisis de laboratorio que se puede incluir en el programa de control de calidad. Si se conoce este nivel, entonces puede ajustarse la concentración de soya, para así prevenir pérdidas por desempeño. Otra posibilidad es que si no se pueden cambiar los niveles de soya en el alimento para pollo de engorda (como en el caso de las dietas sencillas maíz-soya), entonces puede afinarse el procesamiento de la soya en la planta de producción para minimizar los niveles. Desde luego, siempre deber ser menor el costo extra de reducir los niveles de actividad en la harina de soya (o soya extruida) que la pérdida de utilidades.

Fuente: Iglesias y Azcona (2012) Albéitar 159:34-36.

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