África: ¿los confines de la avicultura?

El futuro está en Latinoamérica. Pero el continente africano cuenta con una enorme biodiversidad, tierras ricas, grandes ríos y tierras en el África subsahariana. Es en toda esta zona donde los inversionistas están poniey posibilidades de producir granos y de convertirse en grandes productores avícolas.

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Después de las crisis que se han presentado en el mundo desarrollado, sigo pensando que, en muchos sentidos, el futuro está en Latinoamérica. La avicultura latinoamericana ha experimentado un vigoroso crecimiento desde finales del siglo pasado. Países como Argentina o Brasil, pasaron de ser meros pequeños productores de maíz y soya, a grandes productores y exportadores, lo que, evidentemente, ha repercutido en sus respectivas producciones avícolas.

Brasil y Argentina, y también Paraguay en menor medida, cuentan con la gran fortuna de tener buenas y muchas tierras, y una gran cantidad de agua con enormes ríos a su disposición. Pero miremos ahora al otro lado del Atlántico, y no me refiero a la vieja y gastada Europa, sino a un enorme continente, casi dos veces el tamaño de Suramérica: África.

El continente africano cuenta con una enorme biodiversidad: desde el árido norte, con el monumental desierto del Sahara, que aun así cuenta con zonas fértiles como en Marruecos o las riberas del Nilo en Egipto, hasta el templado sur, particularmente Suráfrica.

Pero en medio de esto está la vasta zona de la África subsahariana, que presenta ciertas similitudes en cuanto a ecosistemas a Brasil o Venezuela. Es una zona con tierras ricas, grandes ríos como el Congo o el Níger con su enorme delta, lagos, etc. Es en toda esta zona donde los inversionistas están poniendo los ojos. Estos países tienen las posibilidades de producir granos y de convertirse en grandes productores avícolas.

A pesar de que muchos aún colocan una gran interrogante sobre África, hay países como China, que están invirtiendo enormes cantidades de dinero en esos países, y Brasil por ahí va, aprovechando sus finos vínculos lingüísticos y culturales con los países lusoparlantes como Angola o Mozambique.

Sólo resta que políticamente se estabilicen las naciones africanas, por el bien de sus habitantes y para que se den las condiciones de invertir y de que la gente pueda trabajar y ganarse dignamente la vida. Una vez resuelta esta difícil tarea, seguramente África se insertará en el mapa avícola del mundo y con esto, el pollo y el huevo habrán llegado por fin a los confines del mundo. Y también el futuro será posible allá.

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