Pollos orgánicos, ¿humanos orgánicos?

Recientemente, tuve la oportunidad de asistir al World Nutrition Forum organizado por Biomin, en Múnich, Alemania. En este magnífico evento, hubo varios conferencistas que desafiaron a los asistentes con temas que nos parecerían contrarios a las tendencias mundiales, o a lo que queremos y nos gusta oír. Por ejemplo, durante la mesa redonda de la sesión de avicultura, en la que todos los ponentes reunidos analizaron los temas presentados, uno de ellos habló sobre cómo hay conceptos que a veces pegan con fuerza en la sociedad y hace que el consumidor se quede atorado en ellos.

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Recientemente, tuve la oportunidad de asistir al World Nutrition Forum organizado por Biomin, en Múnich, Alemania. En este magnífico evento, hubo varios conferencistas que desafiaron a los asistentes con temas que nos parecerían contrarios a las tendencias mundiales, o a lo que queremos y nos gusta oír. Por ejemplo, durante la mesa redonda de la sesión de avicultura, en la que todos los ponentes reunidos analizaron los temas presentados, uno de ellos habló sobre cómo hay conceptos que a veces pegan con fuerza en la sociedad y hace que el consumidor se quede atorado en ellos.

Unos de estos conceptos es la producción de alimentos orgánicos. El público que está a favor de estos productos y está dispuesto a pagar una prima extra, puede a veces, llegar a extremos. Pero, retrocedo un paso: siempre he pensado que en Latinoamérica, la mayoría de la población no está aún en condiciones de acceder a este tipo de productos, simplemente por precio. Y no es para menos, si hay muchos millones que todavía viven en la pobreza y muchos otros que apenas están dejando esas filas para pasar a las de la clase media.

La idea de los alimentos orgánicos no es mala. Creo que, por ejemplo, la conciencia que se ha despertado en torno a los antibióticos promotores del crecimiento al final va a rendir buenos resultados, ya que reduciremos la resistencia a estos productos, que se usarán sólo para remediar infecciones. Pero, volviendo al tema y a los extremos, los antibióticos pueden llegar a ser necesarios en la producción avícola. No obstante, el consumidor que respalda los pollos orgánicos no quiere ningún antibiótico. Para ello, yo preguntaría, tal y como hizo uno de los ponentes: “¿qué no usamos antibióticos los humanos cuando los necesitamos? ¿Qué acaso queremos ser humanos orgánicos?”. No creo que nadie quiera ser “orgánico” y morir en el intento.

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