Avicultura en 2014: expectativas favorables pero con riesgos más allá de lo económico

Entre los analistas ocurre un suceso bastante raro: hay casi unanimidad de opinión de que las perspectivas para la industria avícola son positivas. Sin embargo, frente a la perspectiva favorable se pueden identificar tres factores ajenos a lo mero económico que van a influir en el desenvolvimiento de la industria, obligando así a los avicultores de la región a adecuar sus estrategias de promoción y de producción.

Brasil y Argentina seguirán también aumentando sus exportaciones de productos avícolas.
Brasil y Argentina seguirán también aumentando sus exportaciones de productos avícolas.

Entre los analistas ocurre un suceso bastante raro: hay casi unanimidad de opinión de que las perspectivas para la industria avícola son positivas. Los factores más importantes que los animan son: la baja tan marcada en los precios de los granos (durante 2013 la cotización del maíz se contrajo en 40 por ciento) y las proyecciones de que a nivel mundial las cotizaciones siguen bajando por el esperado incremento del 4.5 por ciento en la producción de granos para alimentos balanceados este año.

Igualmente, los pronósticos para harinas proteínicas son de un aumento del 4.6 por ciento en la oferta de este año, lo cual repercutirá en menores costos de producción. Aunada a esta perspectiva hacia la baja está la esperada mejoría en la economía mundial. El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía global crecerá un 3.6 por ciento este año comparado con el 2.9 por ciento en 2013. La mejoría en la economía global se traduce en una mayor demanda de carne de pollo.

Para los avicultores de América Latina la coyuntura es particularmente halagadora. Dentro del incremento en las exportaciones mundiales de carne de pollo (figura 1), seguirán creciendo las de Argentina y Brasil. La fuerza del dólar estadounidense esperada durante la primera parte del año debe de ser un factor positivo para las exportaciones desde la región; esta ventaja, sin embargo, puede disminuir durante la última parte del año frente a un esperado debilitamiento de la moneda de Estados Unidos. Cabe señalar que debido a la Copa Mundial de Fútbol, la moneda brasileña puede sentir una revaluación temporal, restando así competitividad a sus exportaciones avícolas.

No obstante que el Departamento de Agricultura de EUA proyecta una contracción en la producción de maíz en la región latinoamericana, en lo que se refiere a la harina de soya las perspectivas son mejores, ya que se espera que crezca la producción de esta fuente de proteína en 11.5 por ciento en los dos países sudamericanos más importantes. Nuestra región, salvo Argentina y Brasil, es importadora neta de granos y oleaginosas, por lo cual la contracción en las cotizaciones internacionales apoya la mejoría esperada en los márgenes.

Por lo que se refiere a la demanda, el Fondo Monetario Internacional espera que la economía regional logre este año un avance de 3.1 por ciento comparado con el 2.7 por ciento del año pasado. Si bien, no se espera una baja importante en la tasa inflacionaria dentro de la región: 6.5 por ciento en 2014 frente 6.7 por ciento el año pasado, respectivamente, lo importante es que el crecimiento no desate una carrera inflacionaria como la que perjudicó a la industria durante la segunda mitad del siglo XX.

Los riesgos

Sin embargo, frente a la perspectiva favorable se pueden identificar tres factores ajenos a lo mero económico que van a influir en el desenvolvimiento de la industria, obligando así a los avicultores de la región a adecuar sus estrategias de promoción y de producción:

Inocuidad:  Entre los grandes retos que enfrenta la industria alimentaria en lo general, está poder proveer comida sana y saludable. Sin embargo, debido al incremento en el número de incidentes, se han tenido que retirar productos alimenticios (recalls) del mercado, por lo que el consumidor pierde confianza en la inocuidad de lo que consume. En Estados Unidos, por ejemplo, a finales del 2012 hubo en promedio de seis incidentes diarios. Igualmente se estima que en aquel país se enferman 48 millones de personas anualmente debido a alimentos echados a perder. Para la industria avícola, es un tema particularmente preocupante. Entre la influenza aviar y la salmonela, la imagen del pollo y huevo como alimentos sanos está en riesgo.

De 57 casos reportados de influenza aviar en 2006, pasaron a 13 casos el año pasado (véase la figura 2). No obstante la caída en el número de casos, el impacto negativo sigue siendo importante: la Organización Mundial de la Salud notificó la muerte de 24 personas en 2013 atribuida a la influenza aviar y 384 personas fallecidas desde 2003 debido a lo mismo. La pérdida de vidas humanas ha sido uno de los factores que contribuye a la diseminación a nivel masivo de noticias de la influenza aviar, lo cual merma la confianza de consumir productos avícolas.

Se debe señalar que no solamente el impacto es a nivel consumidor. En México, por ejemplo, según la Unión Nacional de Avicultores, el impacto económico del brote del H7N3 fue de unos US$750 millones de dólares y la pérdida o sacrificio de 24 millones de aves, que provocará una desaceleración del crecimiento de la producción avícola en este país, que según Rabobank, será un factor en el menor crecimiento del consumo de pollo.

Entre los consumidores la preocupación por la inocuidad alimentaria ha llegado a incluir no solamente enfermedades y comida contaminada, sino también temas como medicamentos y hasta la propia alimentación de las aves. Ha llegado a tal extremo, que en nuestra región se preocupan incluso por lo que no se usa en la producción avícola. El supuesto uso de hormonas inquieta a consumidores en Colombia y Ecuador, y en Brasil llegó al extremo de que el Ministerio de Agricultura, Industria Pecuaria y Abastecimiento autorizó el empleo en las etiquetas del lema "sin uso de hormonas, como lo establece la legislación brasileña".

Sustentabilidad:  Durante los últimos años los consumidores han mostrado una preocupación por la relación de los alimentos y la sustentabilidad. Debido a la mejoría económica pronosticada para este año, la sustentabilidad se volverá más importante para los consumidores. El concepto de la sustentabilidad en sí es muy amplio y por eso se presta a varias interpretaciones, en este caso nos referimos solamente a la de la contaminación a través de gases de invernadero.

La industria avícola ha resaltado que entre las proteínas animales, la de carne de pollo y el huevo son de las que tienen la menor intensidad de emisiones de gases de invernadero. Sin embargo, la industria avícola es vulnerable, ya que típicamente estas comparaciones se refieren solamente al aspecto de producción, y no a otros factores como el impacto del procesamiento y distribución. Un estudio de las Naciones Unidas (MacLeod, M et al, 2013 ) señala, tomando en cuenta toda la cadena, que la diferencia entre la intensidad de emisiones de gases entre el pollo y el cerdo no es tan significativa: 5.4 comparado a 6.1 por kg en canal. Es importante hacer la diferencia entre la intensidad de emisiones de gas por kg en canal y por kg de proteína, ya que en el último la diferencia señala a una menor emisión relativa para el pollo: 39.5 a 51.8 respectivamente. Para el huevo, la ventaja es aún mayor, de 31.5 por kg de proteína. De esta manera, es importante que la industria avícola enfatice las ventajas no por kg en canal sino por unidad de proteína.

La industria avícola en lo general ha hecho una buena labor en el control de contaminantes a través de ajustes en sistemas de producción y la introducción de nuevas tecnologías. En nuestra región, la industria ha sido particularmente hábil en ajustar sus sistemas de producción. El mismo estudio de las Naciones Unidas citado anteriormente, compara la intensidad de emisiones de gases en diferentes regiones por sistemas agro-ecológicos señalando la ventaja de la región de América Latina y el Caribe en relación a prácticamente el resto del mundo (figura 3).

Debido a la confusión respecto a lo que propiamente quiere decir el concepto de sustentabilidad, algunos consideran la producción orgánica como una práctica de sustentabilidad. En nuestra región, el mercado de productos orgánicos es particularmente pequeño, por lo que no lo vemos como factor tan importante en la actualidad. Para los mercados de exportación frente a los intentos de incluir el concepto de "producido localmente" como parte de lo orgánico, los productos avícolas de nuestra región están, obviamente, en un posición de desventaja. La opción competitiva para la industria avícola es enfatizar las ventajas de ser "ecológicamente amigable" aun comparado con productos producidos en los mercados de exportación.

Bienestar animal:  La preocupación por el bienestar animal no es tan generalizada como la de la sustentabilidad, pero sí ha generado una polémica más intensa y apasionada. Al crecer el consumo de productos avícolas, especialmente en restaurantes de consumo rápido (fast food), la industria es particularmente vulnerable. Frente a esta polémica se ha notado una tendencia por parte del mercado institucional a imponer condiciones respecto al tratamiento de los animales para sus proveedores. Acelerando este proceso de imponer condiciones respecto al tratamiento es que ya las empresas del mercado institucional las están utilizando como parte de sus estrategias de posicionamiento. Hasta hoy en día, este enfoque ha sido mayor en el sector productor de huevo. Burger King, por ejemplo, en el mercado de Estados Unidos el año antepasado anunció que no iba a comprar huevo que viniera de gallinas enjauladas.

Hace unos pocos años un estudio (Rojas, H, Stuardo, L y Benavides, D., 2005) de la Organización Mundial de Salud Animal (OIE) concluyó que "no existe un consenso real respecto a las medidas que se implementan en el ámbito del bienestar animal, de manera que es poco probable que a corto plazo los países de la región incorporen medidas nacionales en aspectos como producción, transporte e incluso sacrificio decente, teniendo en cuenta la diversidad geográfica y los diferentes sistemas productivos que existen en la región". Actualmente, la situación ha mejorado, en particular en los países con una alta orientación hacia la exportación. A principios del año pasado Brasil, por ejemplo, firmó con la Unión Europea un protocolo de cooperación técnica en materia de bienestar animal. No obstante la orientación en términos de reglamentación en la región sigue, con debida razón, enfatizando sanidad e inocuidad.

Igual que en otros mercados, debido a la mayor participación en la industria alimenticia de empresas multinacionales, tanto latinoamericanas como de otras partes del mundo, preocupadas por su imagen y posicionamiento, el tema del bienestar animal va a tener cada vez más relevancia, y obligará a los avicultores a ajustar la administración de sus granjas y rastros. Frente a esta presión, es importante que la industria regional no solamente ajuste la producción y sacrificio sino que también adopte un liderazgo con la formulación de los reglamentos y condiciones antes de que se los impongan.

El reto 2014 y hacia el futuro

El reto que enfrenta la industria avícola tanto en los diferentes países latinoamericanos como a nivel regional es el de asegurar la sincronización de la producción con la demanda de productos avícolas. Frecuentemente, frente a la perspectiva de márgenes atractivos, la industria entra en una etapa de sobreproducción con los consabidos impactos negativos en precios y utilidades. Este año no se debe esperar que el crecimiento de la demanda sustente una expansión acelerada en la producción ya que la mejora económica esperada en 2014 está aún por debajo de los niveles alcanzados a mediados de la década pasada, cuando la industria crecía a un promedio mayor del 4 por ciento anualmente.

Debido a que los consumidores de nuestra región se han vuelto más exigentes y a la creciente importancia que tiene el comercio internacional, los factores no estrictamente relacionados con lo económico adquieren más importancia en 2014. Esto obliga a que nuestra industria deba ajustar sus sistemas de producción e invertir más en comunicarse con los consumidores.

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