Agroquímicos biodegradables en la industria avícola colombiana

Se promueve con éxito la utilización de agroquímicos “biodegradables y biorrenovables” en el sector agropecuario colombiano incluyendo el subsector de la producción avícola.

Para Carlos Mario Escobar, coordinador de Investigación y Desarrollo de West Química, la cultura de la innovación en esta compañía ha propiciado la creación y lanzamiento de productos especializados, así como la consolidación de un servicio posventa que aporta valor a la cadena productiva de sus clientes.
Para Carlos Mario Escobar, coordinador de Investigación y Desarrollo de West Química, la cultura de la innovación en esta compañía ha propiciado la creación y lanzamiento de productos especializados, así como la consolidación de un servicio posventa que aporta valor a la cadena productiva de sus clientes.

De la mano de una firma nacional, que aunque modesta en el ámbito mundial de la industria química, se define a sí misma como una empresa generadora de conocimiento, se viene promoviendo con éxito la utilización de agroquímicos “biodegradables y biorrenovables” en el sector agropecuario colombiano, y dentro de éste, en el subsector de la producción avícola, que en este país registra un crecimiento interanual cercano al cinco por ciento.

Según la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi), para la presente vigencia se proyecta una producción superior a 1.4 millones de toneladas de carne de pollo y 12,000 millones de huevos. El pollo es la proteína animal que más consumen los colombianos, con una ingesta per cápita anual superior a los 28 kg, y esta industria viene avanzando en los complejos procesos de negociación para lograr exportar un importante excedente de su producción, que por ahora se consume en su totalidad dentro del país.

Exportaciones e inocuidad

De acuerdo con datos de la misma Fenavi, los avicultores colombianos estarían en capacidad de colocar cada mes en el exterior unas 7,000 toneladas de carne de pollo y cerca de 90 millones de huevos. Con el fin de alcanzar este objetivo, están listos varios acuerdos con países como Rusia y Japón (sobre todo en el caso del pollo), para los cuales solamente falta el aval sanitario de las plantas de beneficio colombianas.

En este afán por asegurar y certificar la inocuidad de sus procesos y productos, la industria avícola colombiana es particularmente celosa en el uso de agroquímicos destinados a la limpieza y desinfección de los ambientes, instalaciones, utensilios, personal y equipos que intervienen en las distintas fases productivas, desde la cría de las aves hasta la venta al consumidor final de pollos procesados y de huevos.

Así lo reconoce Carlos Mario Escobar Garcés, coordinador de Investigación y Desarrollo de West Química, compañía con asiento en el departamento de Antioquia (occidente) y presencia comercial en todo el territorio nacional, que para el caso avícola atiende a empresas de todo tamaño pertenecientes al atomizado mercado colombiano de esta industria, ubicadas en las principales regiones productoras de Cundinamarca, Eje Cafetero, Antioquia, Tolima, Huila, Valle del Cauca y Santanderes.

“La industria avícola es un entorno difícil para los productos químicos, pues sus empresas casi que trabajan al costo y los márgenes son muy bajos. Creen que no hay mucho espacio para invertir o innovar per se. Además, tienen ya protocolos listos, con productos que consideran les funcionan bien, y sienten un temor comprensible por probar y validar nuevos proveedores. Saben que pueden perder una producción muy grande de pollos o de huevos solamente con un ensayo mal hecho con nuevos químicos”, comentó el experto a Industria Avícola, quien añadió que pese a estas reticencias han logrado ganar en los últimos años una fracción importante de este esquivo mercado.

Respaldo a avicultores

Más de una octava parte de los 200 trabajadores de West Química la constituyen sus representantes técnicos comerciales (RTC), profesionales que no solamente conocen las propiedades de sus productos, sino también el área de negocio específico de sus clientes actuales y potenciales. En lo que respecta a sus prospectos avícolas, los RTC que los atienden son ingenieros de alimentos o administradores agropecuarios, varios de ellos con especializaciones en calidad e inocuidad.

“Nuestros RTC no son simples tomadores de pedidos; por su formación pueden brindar soluciones, respuestas a las inquietudes de los clientes y ayuda para sus procesos de auditorías internas o externas”, amplió Escobar Garcés, reconociendo que en una primera visita el RTC hace un diagnóstico de las necesidades puntuales del cliente y luego concierta con él pruebas de productos que corren a cargo de West Química. Estos ensayos son sometidos a exámenes microbiológicos, bien sea por terceros o por los laboratorios del propio productor avícola, cuando cuenta con ellos.

“Así el avicultor nos compra luego de comprobar el desempeño de nuestros productos. Con ellos se definen los protocolos de uso para que logren la mayor eficiencia y los menores impactos en el uso de agua, energía y afectación al medio ambiente”, recalcó el coordinador, quien hizo hincapié en el carácter “biodegradable y biorrenovable de nuestros productos, que cuentan con niveles de pH no contaminantes y están libres de activos considerados perjudiciales, como fosfatos, nonilfenoles, metales pesados y triclosán. Estos activos los hemos ido reemplazando por amonios cuaternarios, ácido peracético, aminas terciarias, biguanidas poliméricas, alcoholes etoxilados y gluconato de clorhexidina, entre otros compuestos mucho más amigables, sin comprometer la eficacia y eficiencia limpiadora y desinfectante”.

De esta forma, consideran en West Química que respaldan los POE (procedimientos operativos estandarizados) de sus clientes avícolas, con un ingrediente adicional que gestionan para algunos clientes que lo necesitan: el desarrollo de formulaciones específicas. “Nosotros producimos químicos para aplicación directa y dado nuestro saber, tamaño y asesoría directa, podemos llegar a formulaciones específicas para necesidades específicas, entregando soluciones con una velocidad y calidad que ninguna multinacional podría ofrecer”, aseguró Carlos Mario Escobar, quien recalcó que “todo se hace dentro de un estudio técnico y económico que tiene en cuenta costos, consumo y precio final. Si bien lo podemos hacer y lo hemos hecho, se trata de un proceso desgastante que incluye el desarrollo de una nueva fórmula, su validación, estandarización de su producción y la gestión de los registros y permisos ante el ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) y el Invima (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos).

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