De acuerdo con información recabada por el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas de Argentina (Cepa), “En los primeros seis meses del año se importaron del país vecino de Brasil cuatro millones de kilos de pechugas deshuesadas de pollo, mientras que en todo 2015 ese número llegó a sólo 500,000 kilos. Se trata de un crecimiento del 700 por ciento en el segmento, mientras que en el rubro de prefritos (nuggets), durante este año entraron al país 1.8 millones de kilos, cuando el año pasado no se había realizado importaciones en este rubro”.
Estas cifras fueron difundidas por el diario argentino El Cronista, que citando a Roberto Domenech, presidente del Cepa, explicó lo siguiente: “No se trata de un volumen importante y por ahora el daño no es grande, pero sí resulta una amenaza para la industria nacional. Vemos con preocupación la importación de partes desde Brasil, por los precios bajos con los que entran, que neutralizan el esfuerzo de la exportación local, ya que se importa lo mismo que se exporta”.
El directivo gremial afirmó que en algunos la diferencia de precios puede llegar al 40 por ciento a favor del pollo importado, con el agravante de que el precio de venta en las plantas argentinas es hasta 12 por ciento menor que los costos de producción.
De otro lado, el columnista mexicano Mariano Ruiz Funes, en el periódico El Financiero, llamaba la atención señalando que, “Las importaciones de pollo pasaron de 10 por ciento de la oferta total en 2010 a 15 por ciento en 2015; además, se registró un incremento sustancial de las de Brasil que el año pasado alcanzaron 25,000 toneladas, aunque la mayor parte proviene de Estados Unidos (447,000 toneladas) y corresponde esencialmente a partes de pollo, como pierna y muslo, que en ese país son de desecho con lo que se introducen a precios de dumping, con la anuencia de las autoridades mexicanas.
“De acuerdo con estimaciones de la Unión Nacional de Avicultores, por cada punto porcentual de penetración de importaciones se dejan de generar 12 mil empleos en México y casi 650 millones de pesos de valor agregado en la economía, además de la pérdida fiscal en impuestos sobre la renta y nómina, entre otros”.
