5 factores que conducirán la economía de la proteína

Tenemos que la demanda de proteína animal se desacelera. De 2020 a 2030 habrá un aumento en la demanda del 17 por ciento, cifra inferior a las décadas anteriores. No obstante, siguen los desafíos, pues habrá más volatilidad en los mercados.

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El Prof. David Hughes habló de todos los factores que afectan la economía de la proteína animal en el World Nutrition Forum de Biomin, en Vancouver, Canadá. | Benjamín Ruiz
El Prof. David Hughes habló de todos los factores que afectan la economía de la proteína animal en el World Nutrition Forum de Biomin, en Vancouver, Canadá. | Benjamín Ruiz

El Prof. David Hughes abrió esta mañana la sesión del World Nurition Forum de Biomin en Vancouver, Canadá, con una presentación sobre hacia dónde va la economía de la proteína.

Tenemos que la demanda de proteína animal se desacelera. De 2020 a 2030 habrá un aumento en la demanda del 17 por ciento, cifra inferior a las décadas anteriores. No obstante, siguen los desafíos, pues habrá más volatilidad en los mercados. Además, mientras no haya más ingresos para la gente y siga creciendo la población, no habrá más producción de proteína animal.

Otro aspecto fundamental es que hay que ver el panorama completo con y sin China, pues este país impacta de forma desproporcionada. Con un solo kilogramo (kg) extra que coma de más la cada una de los chinos, se ve afectado todo. Y si es un kg menos, el mercado se puede colapsar.

Presentamos aquí cinco puntos importantes que conducirán a la economía de la proteína:

1. ¿Pollo o pescado?

Hughes dijo que normalmente, cuando hablamos de proteína animal no se considera el pescado y los mariscos, pero claramente representan una opción. Para él, la proteína animal número uno es el pescado y los mariscos, junto con la proteína avícola. Un ejemplo de esto ese el salmón, que le ha ido muy bien en los últimos 6-7 años. La batalla se va a dar a nivel de la conversión alimenticia entre las especies acuícolas y las aves.

2. Población

Otro aspecto interesante es que hay países que decrecen en población, como Japón con un millón de personas menos al año, y junto con esto su estructura poblacional: más personas mayores y menos jóvenes. En 2030, China va a seguir el mismo camino en la estructura de la población.

¿Qué podemos esperar? En los países desarrollados disminuye el consumo de carnes, principalmente las rojas. Las mujeres y la gente mayor (de más de 65 años) son los que más probablemente disminuyen su consumo.

Luego, en la estructura de la población están los denominados “millenials”, que a veces no saben lo que es una cena propiamente dicha, que cada vez comen más comidas al día y no las tradicionales tres. En la generación actual está de moda la dieta “flexitariana”: aquellos que quizás dos o tres veces a la semana no comen carne, no porque sean vegetarianos, sino por otras mil razones, como la salud o la variedad en los alimentos.

3. Grupos de interés

Los grupos de intereses quieren que comamos menos carne. Es un movimiento grande y tienen un fuerte impacto. Algunos gobiernos también empujan a este sentido. Pero en esto hay un montón de información y desinformación, sobre todo al relacionar la producción de carne con el ambiente.

4. Socialización y tiempo de preparación

¿Qué impacto puede tener que el 40 por ciento de las comidas en el Reino Unido se coman a solas, sin compañía?

Solíamos ir al súper a comprar ingredientes. Ahora vamos a comprar soluciones, lo cual impacta en las decisiones. La gente quiere soluciones, sobre todo en Europa, donde hay muchos hogares de una sola persona. En esa parte del mundo se venden en el supermercado porciones únicas de proteína para comer ese mismo día. Y además salir a cenar o cenar en casa se están juntando en una sola cosa, cuando ya se venden paquetes completos de comida.

5. Conducta del consumidor

La complejidad de la conducta de compra del consumidor va en aumento. El marketing ha llenado de adjetivos a los productos. ¿Cómo quieres tu pollo? Libre de antibióticos, que hayan consumido una dieta vegetariana, con omega 3, criado en libertad y un largo etcétera de adjetivos.

Pero queda la duda: ¿estará el consumidor dispuesto a pagar más por productos verdes? Hughes contesta con un tajante no. Se le puede preguntar si el pollo lo quiere criado en libertad, pero cuando tiene la opción de elegir y ve que cuesta más, irá por el que cuesta menos.

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