No es ningún secreto que EUA va a seguir el camino señalado por la Unión Europea, al menos en lo que se refiere a prohibir los antibióticos promotores del crecimiento en dietas de pollos de engorde. De hecho, en varios casos bien conocidos, la industria del pollo de EUA va un paso más allá, al rehusarse a usar antibióticos incluso para propósitos terapéuticos, en el llamado método “never-ever” (nunca jamás). ¿Se trata de mercadotecnia? Para empeorar las cosas, bajo los reglamentos estadounidenses los coccidiostatos se clasifican como antibióticos, lo que la UE ha tenido cuidado en evitar, al menos hasta ahora.
Toda esta experiencia obtenida de producir sin antibióticos en ambos lados del Atlántico ha revelado ciertos patrones en lo que se refiere a eliminar estos productos que se usan desde hace mucho tiempo de las dietas de los pollos. Desde luego, tienen que cambiar las fórmulas del alimento y debe mejorarse la sanidad en toda la granja, ambos trabajos ignominiosos de nutricionistas y veterinarios.
De algún modo, el enfoque sigue siendo en los aditivos que pueden sustituir a los antibióticos, a veces con poca referencia a cambios más profundos en los requerimientos. No obstante, estas discusiones se pueden resumir en una breve lista de alternativas a los antibióticos, con base en mi experiencia y análisis.
1. Ácidos orgánicos
Sin duda alguna que la gran alternativa a los antibióticos son los ácidos orgánicos. Libres, recubiertos, directos o como sales, estos compuestos han mostrado poseer la actividad antibacteriana más potente. No todos funcionan igual, pues su sitio de acción depende del pH intestinal y del valor pKa del ácido. Además, cuentan con diferentes potencias contra los muchos y diversos tipos de bacterias en el intestino.
Además, desde luego que la tasa de inclusión no es la misma para todos los ácidos orgánicos. En este punto, vale la pena decir otra vez que la adición de uno o dos kilogramos de ácidos orgánicos por tonelada de alimento completo es apenas suficiente. Necesitamos mucho más de eso, pero entonces se hace prohibitivo el costo, por lo que a menudo este bajo nivel de inclusión explica el por qué a veces no son concluyentes las pruebas de nuevos productos.
2. Probióticos
En el mundo de los nutricionistas avícolas, los probióticos están en muy buen concepto. La encuesta de WATT de nutrición y alimentación del año pasado reveló que cuando se trata de sustituir antibióticos, los probióticos siempre están en la mezcla de aditivos. A veces, se usan incluso en presencia de los antibióticos, si suponemos que estos no los destruyen. Para ello, es conveniente asegurarse de que la cepa específica de probióticos utilizados para sustituir a los antibióticos no se destruya o se suprima con otros aditivos que sustituyan a los antibióticos. Tal puede ser el caso de las cepas de probióticos sensibles al ácido.
3. Fitogénicos o fitobióticos
Estos son los mismos productos que solíamos llamar “aceites esenciales”, pero ya que ahora este grupo contiene cualquier otro posible compuesto vegetal, hemos cambiado a un término más genérico. No se usan tan ampliamente como los ácidos orgánicos o los probióticos, al menos en la UE, pero entran con fuerza en el mercado estadounidense.
En conjunto, se ven –de forma correcta o no–, como complementarios a los ácidos orgánicos, aunque sólo sea porque la mercadotecnia inteligente los colocó como potenciadores de la acción de los ácidos orgánicos. Esto puede ser cierto, pero no siempre es el caso. Por ejemplo, algunos compuestos fitobióticos pueden interferir con el sistema inmunitario, mientras que otros estimulan el sistema digestivo. En la mayoría de los casos, los productos modernos están protegidos, pues algunos de sus elementos constituyentes pueden ser muy volátiles.
4. Enzimas de polisacáridos no almidonosos
Los pollos de engorde y los polisacáridos no almidonosos o PNA (en este caso, solamente nos referimos a los betaglucanos y arabinoxilanos), no son la combinación ideal. La viscosidad conferida por los altos niveles de PNA tiende a desacelerar el paso del bolo alimenticio, al mismo tiempo que previene que las enzimas entren a éste, lo que resulta en una reducción del consumo de alimento y de la digestibilidad de nutrientes.
Lo anterior no tendría nada que ver con la sustitución de antibióticos, si ciertas bacterias patógenas no se encontraran a salvo en el bolo alimenticio viscoso para proliferar o sobrevivir a la acción antibiótica de los elementos del alimento. Esto se resolvió mediante la potente acción de los antibióticos, pero los sustitutos no son tan fuertes y como tales, la descomposición del material viscoso similar a un gel, se considera un paso hacia la sustitución efectiva de las bacterias promotoras del crecimiento en el alimento.
5. Fibras insolubles
Aunque los compuestos PNA mencionados con anterioridad forman parte del componente “fibroso” de los alimentos, este grupo incluye elementos benéficos como la celulosa (y la lignina, que no es un PNA, sino un polifenol). Ahora, la lignina es útil sólo para mejorar la tasa de paso intestinal, pero la celulosa puede tener algunas otras actividades.
En la actualidad, hay algunas discusiones importantes con respecto a los beneficios, dosificación y coordinación de uso de la lignocelulosa en las dietas de pollo de engorde, aunque todo apunta hacia que el control del agua en el intestino resulta en excretas más secas, algo de primordial importancia para pollos criados en cama.
6. Fibras funcionales
Es evidente que este es un término poco adecuado, antes atribuido a otro término desafortunado, el de los prebióticos. Incluye a los oligosacáridos (como la inulina, por nombrar al más ampliamente conocido) y a ciertos polisacáridos (por ejemplo, las pectinas), y quizás todos los tipos de fibra. En este punto, lo que sabemos con respecto a qué tipos de fibra son efectivos es más bien empírico y fundamentado en el conocimiento específico a los productos.
La idea general es que los microbios benéficos prosperan en ciertos tipos de fibra, por lo que al darles ese impulso extra se les brinda una ventaja con respecto a sus oponentes, las bacterias patógenas. Al menos esta es la teoría y quizás aplicada mejor cuando el alimento se mejora con ciertas cepas probióticas.
7. Cobre
El óxido de zinc no puede usarse en pollos de engorde, ya que se torna tóxico con rapidez. Pero las investigaciones han mostrado que ciertos compuestos que contienen cobre pueden tener un efecto bacteriostático o incluso bactericida. De hecho, hay cada vez más nuevos productos en el mercado para suplir al sulfato de cobre tradicional, que hasta ahora ha probado ser el burro de carga del cobre.
Todavía se podría seguir con la discusión de si los compuestos de cobre orgánico pueden ofrecer ventajas similares, ya que en la actualidad no se sabe si es la concentración de cobre más alta en sangre (efecto sistémico) o la forma específica de ciertas sales de cobre (efecto intestinal local) lo que da los efectos benéficos. Quizás sea una combinación de ambas.
Para resumir
En una hora de discusión sobre la sustitución de antibióticos deben dedicarse cinco minutos a los aditivos y 55 a todo lo demás. Un alimento alto en proteína nunca fallará en causar que las aves tengan diarrea, independientemente de los aditivos que se usen. Lo mismo es sobre la salud: un ave por debajo del promedio en salud siempre se va a desempeñar peor que una más sana, sin importar cuántos aditivos añadamos al alimento. Pero, los aditivos siempre son más interesantes de analizar en una discusión.
