3 variables externas que celebran avícolas colombianas

Las circunstancias que en un principio parecieron desfavorables, con el pasar del tiempo y cambio en las piezas del juego se tornan a favor. Esto le ha pasado a la avicultura colombiana.

Fenavi pide al gobierno colombiano que equipare el arancel de importación de maíz desde Mercosur (que está en 60 por ciento) con el de EUA posterior al contingente (14.5 por ciento).
Fenavi pide al gobierno colombiano que equipare el arancel de importación de maíz desde Mercosur (que está en 60 por ciento) con el de EUA posterior al contingente (14.5 por ciento).

Además de hacer los deberes y con buenas notas en temas asociados con la productividad, la bioseguridad y la promoción del consumo, el gremio avícola colombiano también tiene mucho que agradecerle a algunas coyunturas exteriores que le permitirán cerrar una vigencia más con un crecimiento en la producción cercano al 4 por ciento, manteniendo la constante registrada en las últimas dos décadas.

En un evento convocado para la prensa especializada en temas económicos y la banca pública y privada en el departamento de Antioquia (región del noroccidente del país responsable del 10 por ciento de la producción nacional de pollo y huevo), directivos de la Federación Nacional de Avicultores (Fenavi) expresaron su parecer sobre el año que se acaba y las perspectivas para el sector en 2017.

Llamó la atención en este balance la mención desagregada de por lo menos tres factores asociados con el comercio exterior que le dieron una mano a los empresarios avícolas colombianos en 2016: el tratado de libre comercio (TLC) con los Estados Unidos, la devaluación del peso frente al dólar y las medidas fronterizas tomadas por el gobierno venezolano para paliar el crónico desabastecimiento de alimentos para su población.

Fenavi Pide Al Gobierno Colombiano Que Equipare El Arancel De Importación De Maíz Desde Mercosur (que Está En 60 Por Ciento) Con El De Eua Posterior Al Contingente (145 Por Ciento)

Si bien maíz y soya traídos de EUA son más favorables por precio y aranceles, los avicultores colombianos preferirían traerlos más frescos desde Argentina o Brasil. Foto de Benjamín Ruiz.

Salvados por acumulación de maíz

Sobre la primera de esas variables, Fernando Ávila Cortés, el director de estudios económicos de Fenavi, señaló lo paradójico del asunto: “Hace cinco años fuimos de los gremios que más nos opusimos a la entrada en vigor de ese tratado porque temíamos una invasión de pollo norteamericano, pero con lo que vivimos este año nos estamos lamentando de que no hubiera empezado antes por los efectos positivos en compra de insumos”.

El economista advirtió que gracias al contingente de 2.64 millones de toneladas de maíz amarillo duro con cero arancel definido por el TLC para cada año, y que entró en vigor en 2014, “los avicultores corren desde enero a aprovisionarse cuanto antes, lo que en 2016 permitió que acumularan existencias para dos meses más allá de mayo y junio, que es cuando se agota el cupo”.

Este nivel de aprovisionamiento permitió que los avicultores colombianos pudieran afrontar el mes y medio de paro nacional camionero (entre junio y julio) que frenó el transporte del cereal desde los puertos en el Caribe y el Pacífico hasta los centros de producción en el centro, occidente y oriente del país. Una vez terminado el contingente, el maíz estadounidense siguió llegando a las granjas avícolas colombianas en el segundo semestre, pero con un impuesto de importación del 14.5 por ciento.

Andrés Valencia Pinzón, presidente ejecutivo de Fenavi, explicó que la huelga de los transportistas igual representó pérdidas por 4,000 millones de pesos (COP) (USD 1.35 millones) para los avicultores, cifra que es una parte mínima de las afectaciones globales para la economía colombiana que el gobierno nacional estimó en 2.6 billones de pesos (USD 867 millones).

Sin invasión de pollo estadounidense

El TLC con Estados Unidos estableció también un tope para las importaciones de carne de pollo en 23,000 toneladas anuales, el mayor contingente por país de las 30,000 toneladas de este alimento que ingresan de modo legal a la nación andina. En 2013, 2014 y 2015 este cupo se agotaba antes del cuarto trimestre, pero este año apenas se importaron en igual periodo 13,721 toneladas.

“La alta devaluación que se vivió en el segundo semestre de 2015 y comienzos de 2016, se estabilizó en 3,000 pesos por dólar, lo que nos ha favorecido mucho porque desestimó la importación. A ese precio no es competitivo traer pollo, pues además de ese valor hay barreras logísticas de distribución y cadena de congelación que encarecen el alimento para el consumidor final, que igual prefiere un producto más fresco”, indicó Valencia.

Por su parte, Ávila expreso que la carne de pollo importada solamente representa 800 gramos del consumo per cápita total, que está en 30.4 kg. Igualmente, la elevada cotización del dólar ha desestimulado el contrabando, tanto al proveniente desde los Estados Unidos, como al de mercados vecinos como Ecuador.

“Hemos denunciado contrabando técnico desde EUA, pues se declaran importaciones de pechuga que no paga arancel, cuando en realidad están trayendo cuartos traseros que sí deben pagar impuesto, pero igual, el precio del dólar no les está dejando mucho margen”, dijo.

De acuerdo con el presidente de Fenavi, “Hemos visto que esas importaciones legales se componen de pasta de pollo y otros cortes del contingente, los cuales son adquiridos por negocios específicos como las empresas dedicadas a la alimentación industrial, es decir, para los empleados en grandes empresas”.

Paz en las fronteras

Añadió Valencia que igual desestímulo viven quienes pasaban las mil toneladas de pollo y dos millones de huevos que tradicionalmente entraban de contrabando cada mes desde Ecuador y Venezuela.

“Por el sur traían huevo en condiciones de salubridad deplorables: en el motor de los carros, en compartimientos junto a sustancias químicas. Ya casi no lo hacen por el dólar caro, es más, ahora son los ecuatorianos quienes van a comprar alimentos y otros productos al departamento de Nariño, aprovechando la diferencia cambiaria a su favor, por lo que hemos tenido que mandar huevo y pollo desde el departamento del Valle para satisfacer esa demanda”, aseguró.

Para el dirigente gremial, la merma significativa de los alijos que incursionaban por la frontera venezolana tiene más que ver con la lamentable situación interna de ese país.

“Según los cálculos menos pesimistas, la producción de pollo cayó entre 40 y 50 por ciento, o sea, que no hay mucho para contrabandear y que sea negocio. Además, el gobierno decidió cerrar la frontera para evitar la salida de alimentos de contrabando, lo que ha significado una reactivación de la actividad avícola en los departamentos de la costa Caribe, al igual que en Santander y Norte de Santander, que estuvo tan golpeada todos estos años”.

 

Dependencia de grano foráneo

De acuerdo con datos suministrados por Fenavi, la avicultura colombiana utiliza 6.4 millones de toneladas de granos, casi todas importadas desde los Estados Unidos. Se trata de 4.4 millones de toneladas de maíz amarillo duro y el resto distribuido entre fríjol y torta de soya. Estas importaciones le cuestan al gremio USD 1,630 millones.

La composición del alimento balanceado para las aves es de 71 por ciento de maíz, 10 por ciento fríjol de soya y 19 por ciento de torta de soya, nada en sorgo. De EUA se importa el 92.5 por ciento del fríjol de soya, el 62 por ciento de la torta de soya y el 93.5 por ciento del maíz.

“El repunte de las exportaciones estadounidenses en el pasado trimestre se explicó en gran medida por la venta de soya a Latinoamérica”, dijo Fernando Ávila, economista de Fenavi Colombia.

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