De acuerdo con un cable de la agencia noticiosa española EFE, “un nuevo sistema ideado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) va a permitir detectar estrías blancas en la producción avícola y discriminar así aquella carne que tiene estas grasas saturadas que provocan pérdida en su calidad”.
El nuevo sistema fue desarrollado por el Instituto de Ingeniería de Alimentos para el Desarrollo y el Instituto de Instrumentación para Imagen Molecular (UPV-CSIC-CIEMAT) y ayudará a “clasificar las piezas en función del grado de afección de esta fisiopatía, cada vez más frecuente en los pollos comercializados en los países del arco mediterráneo”.
La aparición de las llamadas estrías blancas se da sobre todo en las pechugas y se cree están asociadas a “un crecimiento demasiado rápido del pollo”. La innovación anunciada está ideada “para que sea aplicada de forma directa en las líneas de producción de los mataderos, antes del despiece”.
Agregó el informe que el equipo para el desarrollo de este nuevo sistema incluye dos pequeños electrodos que permiten medir las estrías blancas de la carne del animal a través de la piel, mediante bioimpedancia. Con estos electrodos se calcula la permitividad, que ayuda a distinguir diferentes tejidos en la pieza analizada y detectar la acumulación de grasa-estrías.
La investigadora Marta Castro añadió que el sistema “permite medir también la composición de ácidos grasos mediante técnicas de calorimetría después de liofilizar previamente las muestras, así como el pH y la microestructura de cada pieza”. Según EFE, este nuevo sistema es el primer equipo capaz de cuantificar esta fisiopatía a través de la piel y su aplicación en la industria avícola ayudaría al sector a clasificar su producción.
“De esta forma, aquellas piezas que presenten estrías blancas, es decir un mayor contenido en grasas, serían destinados a la elaboración de otros subproductos cárnicos, como embutidos o conformados”, finalizó el reporte. En los últimos años, el contenido en grasa saturada de los pollos comercializados en los países del arco mediterráneo ha aumentado hasta un 10 por ciento.
