Avícolas en Bolivia, desplazadas y con más informalidad

De las 3,295 granjas avícolas que se calcula existen en el territorio boliviano, solamente 2,093 aparecen registradas en el Programa Nacional de Sanidad Avícola del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag).

wol wol, Freeimages.com
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De las 3,295 granjas avícolas que se calcula existen en el territorio boliviano, solamente 2,093 aparecen registradas en el Programa Nacional de Sanidad Avícola del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag). Esto arroja que 1,202 establecimientos de crianza aviar en Bolivia no tienen registro, pese a ser obligatorio desde 2015.

La información apareció publicada en el diario Opinión, destacando el caso de la avicultura en el departamento de Cochabamba (centro), segundo productor nacional de huevo y pollo detrás de Santa Cruz (oriente, con 1,481 establecimientos). En Cochabamba existen 1,002 granjas avícolas, de las cuales 843 aparecen como legalizadas ante el Senasag. 159 instalaciones de este tipo estarían funcionando entonces sin registro alguno.

Además del alto porcentaje de informalidad en el negocio avícola del que dan cuenta estas cifras, el rotativo mencionado llamó la atención sobre el desplazamiento físico que han tenido que realizar los avicultores bolivianos por la presión urbanística en municipios donde operaban tradicionalmente.

A 35 kilómetros de la ciudad de Cochabamba, en la población de Tarata, se han trasladado más de diez granjas avícolas en los últimos años “casi lado a lado, una de otra”. Añade el reporte que “los avicultores trasladaron sus operaciones a esos sectores porque el agua abunda y el control es menor”.

Cita también al presidente de la Asociación de Avicultores de Cochabamba, Willy Soria, quien aseguró que “actualmente la tendencia es trasladar a zonas alejadas la crianza de aves para el aprovechamiento de sus productos. Nuestra actividad está en el ocaso en cuatro municipios del Eje Metropolitano de Cochabamba (Colcapirhua, Quillacollo, Cercado y Sacaba). La población se ha extendido de tal manera, que inclusive del Valle Central nos han echado”.

Soria explicó que los gobiernos locales “les prohibieron criar aves a menos de 500 metros de algún camino vecinal, ni a menos de tres kilómetros de un centro poblado. Esto está poniendo en jaque constantemente al rubro, pues deben mudar sus actividades a sectores alejados”. Pidió igualmente que las autoridades “normen los asentamientos humanos cerca de las granjas. Nos trasladamos a zonas alejadas e invertimos en caminos, electricidad y demás que, más adelante, pretenden ser aprovechados por otras personas”.

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