Energías alternativas dan la mano al negocio avícola

En Latinoamérica, los grandes avicultores han recurrido mayormente a utilizar energía solar (fotovoltaica) para sus producciones, seguida de el uso de biomasa —compuesta por gallinaza y pollinaza— o de la alternativa eólica para producir energía.

La energía solar es más usada que la eólica por el riesgo de cambios en el régimen de vientos, aunque en algunos casos es un complemento. | Science Photo, shutterstock.com
La energía solar es más usada que la eólica por el riesgo de cambios en el régimen de vientos, aunque en algunos casos es un complemento. | Science Photo, shutterstock.com

El compromiso mundial de bajar drásticamente las emisiones de dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto invernadero, también toca al negocio avícola. Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en inglés), la actividad pecuaria es responsable del 14.5 por ciento de las emisiones globales, y por lo menos ocho puntos de esa cifra proceden de la avicultura, principalmente de la producción de huevos.

El sector ha puesto entonces manos a la obra y no solamente para reducir su huella de carbono, pues en el camino de contribuir a esa meta mundial se ha encontrado con evidentes beneficios contables e incluso estímulos oficiales que hacen más atractiva esta paulatina conversión a producciones más limpias. En América Latina, precisamente uno de los frentes más dinámicos tiene que ver con la búsqueda de la autogeneración de energía eléctrica para las granjas e instalaciones avícolas.

Por el tamaño de estas operaciones, la alternativa a la que más han recurrido —por ahora— los grandes avicultores latinoamericanos es de lejos la energía solar (fotovoltaica), sobre todo en los países ubicados en las zonas más ecuatoriales del centro y el norte de Suramérica, en donde la radiación solar es hasta 30 por ciento superior a la recibida en regiones más templadas.

Después, le sigue a una distancia considerable la generación de electricidad a partir de biomasa, principalmente descomposición natural de la gallinaza y pollinaza, la cual produce metano, gas combustible que se transforma en calor y luego en electricidad.

En algunas partes donde estas dos opciones no son tan viables por razones climáticas o por costos, viene incursionando tímidamente la instalación de microcentrales hidroeléctricas que aprovechan pequeñas pendientes y la relativa abundancia del recurso hídrico.

La opción eólica (aprovechamiento de la energía cinética del viento), si bien es tecnológicamente posible, el riesgo de una alteración inusitada en el régimen de vientos la hace muy poco utilizada, aunque en algunos casos opera como complemento de otras alternativas.

El tamaño del negocio

La Corporación Financiera Internacional (IFC), brazo financiero del Grupo Banco Mundial, estimó que en países como México, Argentina, Colombia y Brasil las oportunidades de negocios en energía renovable, entre 2016 y 2030, serán cercanas a los 250,000 millones de dólares y de ahí, sin duda, una porción involucrará a la avicultura comercial, lo que, de hecho, ya se está viendo.

En Argentina, por ejemplo, a raíz de las fuertes alzas en los precios de los combustibles fósiles y la electricidad en 2016 y 2017, productores pecuarios acogieron con entusiasmo la convocatoria del Ministerio de Energía y su programa RenovAr, destinado a financiar proyectos en energías alternativas.

Se esperaban propuestas para 1,200 megavatios y llegaron este año 228 iniciativas con potencial para 9,391 megavatios. Dentro de estas, se destacó una proveniente de Río Ceballos (provincia de Córdoba), de la avícola Don Mateo, que con la pollinaza de sus galpones de engorde asegura poder generar 2.4 megavatios por hora.

Encontrar una salida económica y ambientalmente más rentable a las deyecciones de ponedoras y pollos hace que la opción de energía por biomasa sea tan interesante. Así lo entendieron en Colombia dos de las más grandes productoras de huevos de mesa, asentadas en el departamento del Valle (occidente).

Incubadora Santander (Huevos Kikes) y Avícola Santa Rita se lanzaron al agua. La primera fue pionera en ese país andino, con cinco biodigestores que producirán 4.4 megavatios; por lo pronto, genera hoy 800 kilovatios, para lo cual requiere 110 toneladas diarias de gallinaza. En plena operación, todo el complejo demandará 600 toneladas al día. El desarrollo de Santa Rita será de una escala menor, fruto de estudios de la gremial Fenavi y la Universidad de Antioquia, y se espera sea inaugurado en marzo de 2018. 

La del sol, energía favorita 

En países como Chile o Panamá, que carecen de recursos energéticos como carbón o petróleo, y deben generar electricidad importándolos o comprándola a sus vecinos, alternativas como la energía eléctrica solar (o mejor dicho “fotovoltaica”, ya que el calor o energía del sol no solamente se aprovecha para producir electricidad) es también una bendición para el sector avícola. 

Según voceros de la Cámara Chileno Alemana (Camchal), la inversión en unidades fotovoltaicas representa una reducción en los costos totales de producción agrícola de hasta el ocho por ciento. Gracias a su asesoría y acompañamiento, este organismo de cooperación bilateral asegura que pueden instalarse paneles en una pequeña unidad productiva agropecuaria con una inversión inicial de 2,400 dólares. 

Aparte de contar con un régimen de exposición solar similar al que se vive en el sur de nuestro continente, los alemanes poseen una amplia experiencia en el ramo, siendo los líderes globales con 40 gigavatios generados gracias al sol (40,000 kilovatios). Otros actores a tener en cuenta son los chinos, estadounidenses e indios, que también ofrecen en la región sus servicios y productos para la generación fotovoltaica de energía. 

En Panamá, la banca ofrece préstamos para financiar entre el 60 y el 80 por ciento de estas iniciativas. Empresas avícolas como Finca Cauca, instaló 300 paneles para su producción de cien mil pollos de engorde, y en vez de pagar los 4,000 dólares que costaba su cuenta eléctrica mensual, ahora destina 1,400 dólares para amortizar el préstamo bancario. Los equipos solares tienen una vida útil promedio de 25 años. 

Éxitos como el panameño y chileno descritos, vienen siendo replicados en otros países vecinos, impulsados adicionalmente por fuertes incentivos oficiales. En Colombia, firmas avícolas como Santa Elena, Pollos Bucanero, Pronavícola y Santa Anita emprendieron sus propios procesos solares que podrían dar beneficios tributarios hasta del 40 por ciento, juntando la exclusión del pago de IVA, aranceles, renta y depreciación. 

Ante la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) del Ministerio de Minas y Energía de Colombia, en el último año se presentaron 281 proyectos de energía alternativa para aspirar a dichos beneficios, siendo 273 bajo la modalidad fotovoltaica. Se espera que a comienzos de 2018 se tenga lista la normatividad para que los particulares que generen su propia energía eléctrica, puedan vender sus excedentes al Sistema Interconectado Nacional, lo cual hará todavía más apetecible encarar esta transición.

Lea el reporte completo en Industria Avícola Febrero 2018.

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