Crece el uso de probióticos en avícolas colombianas

Paso a paso, el mercado colombiano de los probióticos va en aumento. Revisemos lo que dicen los expertos.

Dreamstime.com/KaterynaKon
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La utilización de probióticos en la preparación de alimentos balanceados para la industria avícola colombiana es relativamente reciente y ha vivido un interesante auge en los últimos cinco años. Aun así, es difícil conocer al detalle el comportamiento de esta variable novedosa dentro del negocio avícola en este país caribeño.

Todavía no se le hace un seguimiento detallado a su utilización por parte de la gremial Federación Nacional de Avicultores (Fenavi), ni por la estatal autoridad sanitaria Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). Tampoco existen manuales de uso, normas ni técnicas específicas, y los permisos sanitarios para probióticos se gestionan dentro de una normativa general para insumos agropecuarios.

A falta de cifras consolidadas, mejor es consultar a los expertos. Luego de preguntar por separado a cinco de ellos en distintas áreas de la avicultura, todos coincidieron en que debía hablar con uno de sus colegas: Javier Chica, zootecnista de la Universidad de Antioquia, con maestría en Nutrición de la Universidad de Chile, quien actualmente es gerente de Nutrición y Tecnología de Cargill, en la Unidad de Premezclas en Colombia. Además, es docente de la Cátedra de Nutrición y Alimentación en la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad CES.

"En Colombia, entre un 30 y un 40 por ciento de las granjas han utilizado 'en algún momento' probióticos para aves". 

Según Chica, en un principio se aplicaban levaduras en el agua de bebida para las aves, en los primeros días de pollitos y pollitas. “Pero de cinco años para acá, se observa una mayor preocupación por usar los probióticos en el alimento balanceado. Esto porque las tecnologías de protección y recubrimiento del probiótico, unido a la estrategia de esporas que se activan dentro del tracto digestivo, han hecho más práctico y eficiente su aprovechamiento”, recalcó, añadiendo que los probióticos más recurridos son levaduras vivas, así como lactobacilos, Bacillus subtilis y B. liqueniformis.

Reconoce que en Colombia hoy se pueden estar comercializando fórmulas de probióticos de “unas 15 compañías, como Kemin, Jefo, Alltech, Lesaffre, Dupont, Alinco, Biomix, Biorigen, Phode, Levapán y Carval (las dos últimas son colombianas). Cada vez aparece mucha más oferta de aditivos”. En cuanto a cifras consolidadas, algo podría concluirse consultando importaciones, pero seguirían siendo datos escurridizos por el carácter genérico de estas y de las normas de importación.

De igual manera, algunos probióticos son fabricados localmente o llegan al país en forma pura y luego son vehiculizados. “Los de elaboración nacional son los que se pueden adicionar al agua y los que se agregan al alimento son importados, calculo que más del 80 por ciento proviene de empresas europeas y norteamericanas”, señaló Chica.

Penetración relativa e inconstante

Quizá la más poderosa de las justificaciones de los probióticos radica en que su uso contribuye a disminuir la dependencia de los antibióticos como promotores de crecimiento, una cruzada internacional convocada con carácter de urgencia por la Organización Mundial de la Salud para todo el negocio cárnico en el orbe.

Como en tantas otras partes, los avicultores comerciales colombianos reconocen la necesidad de racionalizar la utilización de antibióticos, pero ven utópica la pretensión de eliminarlos radicalmente. Y no les falta razón, más si se tiene en cuenta el carácter endémico del mal de Newcastle.

En países tan avanzados como Holanda, luego de intentarlo desde 2009, el uso de antibióticos en avicultura y ganado todavía pervive hasta en un 40 por ciento de la crianza, de acuerdo con un reporte de la revista National Geographic, citando expertos de la Universidad de Wageningen.

No obstante, la tendencia sigue calando poco a poco dentro de las avícolas colombianas, pese a que la preocupación de los consumidores frente al tema es todavía incipiente o casi nula, al igual que el panorama regulatorio local (faltan normas y laboratorios para detectar trazas en huevos, por ejemplo), aunque se sabe que unas y otras −en un futuro incierto− llegarán.

El gerente de Nutrición y Tecnología de Cargill estima que entre un 30 y un 40 por ciento de las granjas comerciales han utilizado o utilizan “en algún momento” probióticos para sus aves. En pollos de engorde se agregan cuando se observa tránsito rápido del alimento o heces líquidas. En ponedoras, si hay muchos huevos sucios y mala digestión. “Por costos, se utilizan los probióticos y, una vez se normaliza la digestión del ave, se retiran del alimento. En forma continua, no creo que pase de un máximo del 45 por ciento de la industria”.

Para Carlos Duarte, consultor del área de avicultura de la firma fabricante de premezclas Premex, los costos de adicionar probióticos siguen siendo mayores respecto a los antibióticos. “Los promotores de crecimiento (antimicrobianos) tienen un costo de entre 8,000 y 15,000 pesos colombianos por tonelada (entre US$2.64 y US$4.95). El costo con probióticos es mayor al pasar del rango superior mencionado para los antibióticos y hasta los 20,000 pesos por tonelada (US$6.60)”.

Usos por etapas

Para los pollitos y pollitas de un día, crece la tendencia de darles alimento desde el nacimiento porque se ha encontrado que entre más pronto ingieran alimento sólido, más rápida será la absorción del saco vitelino y acelera su crecimiento. Ese alimento no necesariamente lleva probiótico, pero sí se puede utilizar y se está haciendo para iniciar cuanto antes la colonización de bacterias benéficas preventivas en el animal.

En pollos de engorde, por rentabilidad asociada a la corta vida del ave, el uso de probióticos rara vez supera la segunda semana. En ponedoras es más reiterado, pues la etapa productiva llega hasta las 90 semanas con mayor frecuencia.

En lo que tiene que ver con las granjas de reproductoras, hay disposiciones diferenciadas entre líneas pesadas y livianas. A las primeras se les alimenta una vez al día porque son animales que ganan peso con gran facilidad, por lo que requieren de una muy buena protección a nivel intestinal. Para esto, se utilizan también ácidos orgánicos junto a los probióticos en las dosis más altas dentro de la avicultura. De otro lado, las reproductoras livianas tienen acceso al alimento todo el día (unos 165 g de alimento), con una dosis menor de aditivos. En las pesadas, el uso de probióticos es entre 25 y 30 por ciento mayor que en livianas, contando con que se adicionen entre 500 g y un kilo por cada tonelada de alimento (en las livianas se utilizan 500 g y para pesadas entre 750 g y un kilo por tonelada).

Lea el reporte completo en Industria Avícola Marzo 2018.

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