¿Está Latinoamérica preparada para producir sin antibióticos?

La producción libre de antibióticos presenta desafíos que no permiten aún adoptar estas medidas internacionales provenientes de formas de pensar y producir distintas a las latinoamericanas.

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Jim Vallee | BigStockPhoto.com
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En todos los foros de nutrición animal y alimentos balanceados se toca el tema de los aditivos, en su mayoría por su relación con los antibióticos. Extrañamente, han colocado a los antibióticos como un villano, como si fuera una vergüenza usarlos. Pero no debe ser vergonzoso.

En el caso de nuestra región, es “una gran preocupación lo que va a ocurrir, porque Latinoamérica, de forma general, todavía no está preparada para los nuevos aditivos”, dice Marcel Joineau, gerente técnico y comercial de Impextraco Latinoamérica. No está preparada por varios aspectos:

  1. El mayor costo de cualquier aditivo que remplace en parte a los antibióticos (porque totalmente es muy difícil).
  2. El nivel de desafío con el que se convive es importante y varía de país en país, de empresa en empresa.
  3. La reducción del desafío demanda de tiempo para implementación, estructura e inversión.

Cambios y exigencias

El mundo ha cambiado, pero no con respecto al poder adquisitivo del consumidor final. No todos los consumidores pueden o están dispuestos, en un momento dado, a pagar ese cambio de formas de producción. Tampoco sucede de un día para otro. En Europa, tardó un tiempo en darse “con la diferencia de que tenía un mercado consumidor apto para pagar por eso”, señala el también vicepresidente de FeedLatina. La preocupación debe ser crear reglas mínimas que permitan tener seguridad alimentaria con alimentos inocuos para que el resultado no sea peor que el objetivo que se busca.

“Nuestro sistema a veces lleva a excesos porque cuando se contratan consultores, se les remunera por conversión alimenticia y ganancia de peso”.

En Latinoamérica, opina Joineau, las recomendaciones vienen por imitación. “Se dice mucho de la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal), la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) o la OMS (Organización Mundial de la Salud), pero la estructuración técnica de estas organizaciones es muy europea porque tienen posibilidades de hacerlo”.

Latinoamérica y África, por ejemplo, apenas representan un poco más de un tercio de los países representados en la OIE. “Se habla de representatividad global, pero realmente los aportes técnicos están muy restringidos a los países de alto poder adquisitivo, que tienen una percepción distinta”.

Desde luego, no hay una mala intención detrás de esto, pero son percepciones diferentes. Llevar esas exigencias a medios de producción como el de Latinoamérica de una forma abrupta trae consecuencias serias en cuanto a la capacidad de producción.

Prohibición o uso responsable de antibióticos

Joineau dice que el primer paso no debe ser prohibir los antibióticos, sino hacer un uso responsable de estos. ¿Qué es un uso responsable? “Hasta ahora, en Latinoamérica, salvo algunas excepciones, es un objetivo”.

Para poner este concepto en práctica, hay que tomar conciencia de los profesionales que prescriben antibióticos: los médicos veterinarios. “Hay que crear reglas juntos: los consejos federales de medicina veterinaria junto con las universidades y los organismos fiscalizadores. Crear líneas también al productor para remplazar tecnología que, a la vez, lleve a una demanda de recursos”.

El uso responsable de los antibióticos exige de buenas prácticas, excelente calidad del agua y del alimento, un manejo adecuado y un buen control sanitario, entre otros.

Concientización a corto plazo

La concientización del uso responsable de los antibióticos debe ser a corto plazo. “Nuestro propio sistema a veces lleva a excesos porque cuando se contratan consultores, se les remunera por conversión alimenticia y ganancia de peso”, señala Joineau.

Además, “muchos empresarios se resisten a invertir cuando el consultor aconseja mejoras en la granja o hacer inversiones en la planta de alimentos y cambios en los manejos sanitarios y nutricionales, como ejemplo”.

¿Funcionarán los aditivos para remplazar antibióticos?

El experto opina que, con el modelo actual que tiene Latinoamérica, no va a funcionar tan fácilmente la eliminación de antibióticos.

Es común en Latinoamérica encontrar varias granjas en un radio de pocos kilómetros, el transporte de aves vivas y de gallinaza/pollinaza. Con esto es imposible resolver un tema sanitario. No se trata el asunto como se debería, lo que trae consecuencias a mediano y largo plazo. “Sin duda alguna, la respuesta es un uso responsable”.

Funcionan si hay medidas positivas que actúen en conjunto: medidas sanitarias, de manejo, del uso de los propios antibióticos y del uso del alimento, o el aislamiento y las ventajas climáticas, como períodos largos de poca humedad.

Importar un concepto a Latinoamérica −como el de prohibir los antibióticos− sin respetar las características de cada país “puede motivar a un uso incorrecto o va a perjudicar al sector al generar desempleo, o en su defecto, un alto costo que parte importante del consumidor no lo pueda pagar”.

¿Una situación peligrosa?

La tendencia mundial nos orilla a dejar los antibióticos cuando quizás no estemos listos para utilizar sustitutos. Para ello, habría que evaluar caso por caso, empresa por empresa y técnico por técnico.

“Quien ya haya hecho la tarea unos años antes, va a tener un nivel de respuesta con los aditivos y va a lograr tener resultados. Sin embargo, es evidente que en todos los casos hay un aumento del costo”, sostiene el gerente técnico y comercial de Impextraco Latinoamérica.

No se pueden mantener resultados con un costo igual o menor. Basta con comparar la producción de Europa con la de Latinoamérica. “Los volúmenes de producción de alimentos son similares, pero el costo promedio de los alimentos es mayor”.

Alguien tiene que pagar esa cuenta y será el consumidor final, aunque aún no hay una medición clara del impacto que tendrá.

Cuando en Latinoamérica, y en todo el mundo, hay mucha gente que no se alimenta de forma adecuada, “personalmente creo que los antibióticos bien usados son una herramienta muy buena”.

Existen los conocimientos para usar antibióticos de forma responsable. Tanto la OMS como la OIE tienen listas de antibióticos con recomendaciones de uso y vías de aplicación correctas, además de que hay muy buenos proveedores. “Todo ese conjunto que hoy tenemos puede dar un uso racional”.

El costo como desafío

“Para mí, por el momento, es difícil que Latinoamérica produzca sin antibióticos”, considera Joineau. ¿Cuándo ocurrirá? Cuando baje el desafío.

La reducción del desafío es un costo silencioso, un costo muy importante que demanda los aditivos no antibióticos, que a su vez tienen un costo diferente.

No obstante, además de los aditivos no antibióticos, hay más costos a corto plazo: los de adecuar las instalaciones y el manejo. “Para eso, hay que estar de alguna forma preparado”.

Es necesario que las empresas que venden aditivos no antibióticos entiendan el entorno en el que están para ver cómo usar bien dichos aditivos, ya sea solos o combinados, y de alguna forma poder contrarrestar el impacto en costos.

Por ejemplo, los ácidos orgánicos ayudan a reducir antibióticos, aunque no a eliminarlos. Cuando se usan en conjunto, se puede optimizar el resultado.

“Los proveedores van a ser ‘cómplices’ de los clientes. Se tiene que personalizar la venta, no masificarla”. Hay que tener en cuenta cómo se va a usar, la forma de producción, tipo de animal a producir, tipo de aditivos que se usan y la legislación.

Transición lenta

Ahora lo que hay es un cambio: salirse del promotor de crecimiento y migrar al uso los antibióticos profilácticos, metafiláticos y terapéuticos.

Con el tiempo, la industria le va a decir a los respectivos ministerios en qué momento se usa cada nivel. Cuando por presión social haya cambios, vendrá la presión de la industria por subir los precios del pollo y las ventas empezarán a bajar. La industria va a reclamar, junto con el consumidor. Va a ser una transición más lenta.

“Hablo de una transición más lenta siempre con base en el uso responsable. Esta es una condición que se tiene que respetar y la cual sí es posible. El uso exagerado es el que tiene que ser controlado”.

Hay que ir paso a paso. “Si damos un gran salto, podemos desequilibrar la cadena de producción de alimentos con sus respectivas consecuencias”.

El sector privado en algunos países no está lo suficientemente organizado para participar en las discusiones regulatorias. “Las legislaciones deben ser construidas en conjunto entre el sector público y privado”. Para que esto ocurra, el gobierno tiene que abrir las puertas y el sector privado tiene que entrar.

Idealmente, el proceso debe hacerse sin perjudicar al consumidor final.

Lea el reporte completo en Industria Avícola Marzo 2018.

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