Cómo mejorar la dieta para pollos libres de antibióticos

“Cuanto más compleja sea la dieta, en muchos casos, mayor es el desafío”, advierte especialista de Novus International. Conoce sus recomendaciones para producción de pollos sin antibióticos.

Foto de Andrea Gantz
Foto de Andrea Gantz

En una producción avícola libre de antibióticos, la salud intestinal es primordial. Y “las dietas son un factor importante en la salud intestinal. Cuanto más compleja sea la dieta, en muchos casos, mayor es el desafío”, expresó la Dra. Mercedes Vázquez Añón, directora de Investigación e Instalaciones de Nutrición Animal de Novus Internacional, Inc., durante el webinar Alimentación y manejo de pollos libre de antibióticos de Industria Avícola de WATT Global Media.

“Dietas simples de maíz y soya tienden a no tener tantos problemas de salud intestinal”, sostuvo la especialista, “pero en cuanto empezamos a añadir los DDGS y la proteína animal, sobre todo cuando aumentamos los niveles de proteína cruda, aumentamos los niveles de proteínas que tal vez no estén bien digeridas, va a llevar un desafío”.

El desafío aumentará si se añaden ingredientes como el trigo y el centeno, ya que estos “aumentan la viscosidad en el aparato digestivo”. Y el desafío incrementará aún más “si aumentamos también los niveles de proteína”.

Ante estos constantes retos, Vázquez Añón compartió su experiencia probando distintos tipos de dietas con diversos niveles de desafío y explicó cómo las proteasas, los ácidos orgánicos y los aceites esenciales pueden ayudar a mejorar los problemas de salud intestinal en las producciones de pollos libres de antibióticos.

Dietas de maíz y soya

En un estudio, Vázquez Añón expuso a dos grupos de pollos a dietas de maíz y soya, pero en uno de los grupos se le agregó a su dieta DDGS y proteína animal. Ambos grupos fueron expuestos a un reto de coccidiosis con niveles altos de coccidia. El estudio encontró que mientras se elevan los niveles de coccidia, empeora el peso vivo, la conversión, la alimentación, el consumo de alimento y la pigmentación de las aves.

“Lo que también observamos es que los animales que consumieron las dietas con DDGS y proteína animal son más susceptibles a la coccidiosis”, pues las aves con dicha dieta tenían menor peso vivo que las aves a las que solo se les alimentó con maíz y soya. Esto demuestra que “hay unos tipos de dietas que van a hacer al animal más susceptible a un reto o desafío intestinal”, apuntó. 

Dietas de soya y los inhibidores de tripsina

La directora de Investigación de Novus International resaltó la importancia de la proteína en la dieta animal, pero también explicó que la proteína que no se digiere bien “lo que hace es que va a llegar al intestino grueso, al ciego, y ahí es donde va a dar lugar a fermentaciones indeseables”.

En el caso de la soya, destacó que es “una de las fuentes de proteína más importantes”. Sin embargo, posee “factores anti nutricionales”, como la B-conglicinina y la blicinina B, que pueden ser problemáticos para ciertos animales, como los lechones. Además, tiene proteínas que son “inhibidores de tripsina”, que es una “enzima endógena de indigestión del animal. Si inhibes la tripsina, esta es la que inicia el proceso de digestión del animal, entonces reduces la capacidad de digestión”.

Para determinar cómo las dietas de soya influyen en la salud intestinal de los pollos, la investigadora requirió muestras de diversos países, incluidos seis países latinoamericanos, y midió con su equipo los niveles de inhibidores de tripsina de las oleaginosas. Encontró que, en más de un 50 por ciento de los casos, los niveles de inhibidores de tripsina en la soya sobrepasan los 3 mg/g , el nivel óptimo para la digestión animal.

En un estudio aparte, alimentaron aves con soya que tuviera diversos niveles de inhibidores de tripsina en un rango de 3 a 10 mg/g y midieron la digestibilidad de los aminoácidos.

“Lo que nos encontramos es un claro efecto: a medida que van aumentando los niveles inhibidores de tripsina en la dieta, la capacidad de digestión del pollo disminuye, y la relación es casi 1.2. Quiere decir que cuando aumento los niveles de inhibidores de tripsina un miligramo disminuye la digestibilidad de aminoácidos 1.2. Si tienes una soya que tiene por ejemplo 5  mg/g, vas a ver una disminución de la digestibilidad de aproximadamente 3.5 grados de digestibilidad”, explicó Vázquez Añón.

Los efectos de esto es que el ave intenta compensar el efecto del inhibidor de tripsina engrosando el páncreas para que segregue más jugos gástricos. Pero, aun así, “el animal no consigue superar los inhibidores de tripsina”. Es ahí cuando decidieron evaluar si las proteasas podían ayudar al animal a mejorar su capacidad de digestión.

Efecto de las proteasas en las dietas de maíz y soya

En otro estudio, la especialista y su equipo añadieron la proteasa a una dieta de maíz y soya con niveles de inhibidores de tripsina de 5.8. “Lo que vemos es que la proteasa mejoró la digestibilidad de la proteína y los aminoácidos en presencia de los inhibidores de tripsina y puede ser una opción parcial al problema de calidad de soya”, apuntó Vázquez Añón, quien explicó las dificultades de controlar los inhibidores de tripsina cuando se compra soya en el mercado.

Las proteasas también redujeron “la fermentación y disbacteriosis en el ciego”, redujeron los niveles de Clostridium perfringens y de E. Coli, y aumentaron los lactobacilos. “Por estos efectos también hemos visto una reducción de la inflamación tanto de la mucosa local como sistémica y una reducción del estrés oxidativo y todo esto lo que va a dar lugar es a una mejora en la morfología del aparato digestivo y una reducción en la presencia de endotoxinas, lo que significa que [hay] bacterias [que] no están entrando en el animal”, destacó.

Pese al uso de enzimas como las proteasas, las NSPas y las fitasas, la especialista indicó que a veces como quiera se observan fermentaciones “indeseables” y disbacteriosis en el ciego. Por esto, también estudió cómo los ácidos orgánicos y aceites esenciales pueden ayudar en el proceso.

Dietas con ácidos orgánicos y aceites esenciales

La investigadora sostuvo que los ácidos orgánicos tienen un “efecto antimicrobiano”, por lo que penetran las bacterias patógenas y las disocian, reduciendo el pH celular y matando las células. Todo dependerá del pH de la bolo alimenticio—cuanto más alto, más eficaz— y del pKa del ácido orgánico —cuanto más alto, más efectivo en distintos puntos del aparato digestivo.

“Utilizamos ácido benzoico, que tiene también una combinación con otros ácidos orgánicos. Lo que vimos es que aumentó la flora intestinal, en este caso aumentaron los lactobacilos” y redujo el E. Coli, lo cual redundó en una reducción de las camas húmedas y la dermatitis podal. Esto significa que mejoró la salud intestinal, expresó.

En cuanto a los aceites esenciales, Vázquez Añón explicó que son “metabolitos vegetales” que suelen ser “lipofílicos y volátiles”. Pueden ser “preparaciones crudas de plantas” o “componentes activos puros”, como el carvacrol (presente en especias como el orégano), el timol (presente en el orégano y el tomillo) y derivados del ajo. Estas combinaciones penetran la membrana plasmática de las bacterias y la desintegran, lo cual afecta su metabolismo.

La especialista estudió el efecto de utilizar una combinación de carvacrol y timol en la dieta de los pollos y observó un aumento en “los grampositivos , que son clostrodiales y lactobacilos, y tiende a reducir los gramnegativos, que sería el E Coli, la Salmonella”.

“Los aceites esenciales van a reducir la fermentación y disbacteriosis, y la E. Coli, aumentan los lactobacilos, pero lo que hacen realmente es disminuir la virulencia y el metabolismo y la inmunidad de esa población microbiana”, abundó.

Tras destacar la importancia del desarrollo de programas nutricionales para mejorar la salud intestinal, la especialista concluyó que con el uso de enzimas —proteasas, NSPas y fitasas— “vamos a mejorar la capacidad de digestibilidad del animal”, mientras que con el uso de “productos como ácidos orgánicos, aceites esenciales y probióticos, lo que vamos a hacer es reducir la fermentación y la disbacteriosis del animal”.

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