En Chile y Colombia hacen ladrillos con cajas de huevos

El proyecto colombiano desarrolló un ladrillo tres veces más resistente al convencional hecho de 35 bandejas de huevo, mientras que el chileno pesa menos que un ladrillo convencional y tiene la misma resistencia que uno de concreto.

Michal Wargin, Freeimages.com
Michal Wargin, Freeimages.com

Álvaro Badillo, ingeniero químico de la Universidad Industrial de Santander (UIS), presentó ante empresas productoras de huevo y representantes de la gremial Federación Nacional de Avicultores (Fenavi) en el oriente de Colombia su proyecto de transformación de bandejas de huevos en ladrillos para la construcción.

Santander es el productor del 25 por ciento de todos los huevos de mesa en esta nación andina (cerca de 3,600 millones de unidades anuales). La noticia apareció en el boletín informativo de Fenavi Santander, destacando que el proceso propuesto por Badillo busca darle una alternativa novedosa y sostenible a la celulosa de la que están hechos dichos empaques, que por norma sanitaria no deberían ser reutilizados para evitar riesgos de contaminación alimenticia.

“Este es un ladrillo tres veces más resistente que el convencional, es antisísmico, acústico, conserva la temperatura, no se parte y se puede elaborar en diferentes proporciones. Para la producción de un ladrillo se requieren 35 bandejas de huevo”, explicó el ingeniero. Por su parte, la publicación gremial destacó que “este proyecto continuará su avance en la medida en que se conozca la cantidad de cartones que cada empresa está en la capacidad de donar y las estrategias de recolección a ejecutar”.

Una iniciativa similar fue presentada recientemente en Chile, por parte del estudiante de Ingeniería de Ejecución en Mecánica de la Universidad de Santiago (USACH) Gary Villanueva. “El objetivo de este nuevo material sustentable es ayudar en el corto plazo a disminuir los porcentajes de residuos que deja la industria de la construcción en Chile y reutilizar desechos domésticos”, explicó el diario La Hora.

Según Villanueva, una vez extraída la celulosa de los empaques, se mezcla con un adhesivo que también ayuda al ecosistema por sus propiedades biodegradables. De esta manera, queda preparada la materia prima para moldear el producto. Los ladrillos miden 30 cm de largo, 15 cm de ancho y su altura es de 9 cm. Pesan 70 por ciento menos que un ladrillo convencional y tienen la misma resistencia que uno de concreto.

Cada año, en Chile se producen 9,000 toneladas de pulpa de celulosa para crear estas cajas de huevo. “El material que se crea a partir de estas cajas también puede utilizarse, además de los ladrillos, para hacer otros productos, como paneles mobiliarios, separadores de espacios y planchas de cielo falso (techos)”, agregó el joven emprendedor.

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