La falta de lluvias vivida en los campos del norte argentino entre noviembre y marzo pasados provocó una merma significativa del rendimiento de su cosecha de maíz amarillo duro, el principal insumo de la industria cárnica terrestre, incluida la actividad avícola. La caída en la producción estimada será del 22 por ciento, pero la pérdida para la cadena maicera será del 8 por ciento.
Así lo informó el diario bonaerense La Nación, reseñando las conclusiones de una investigación preparada por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y presentada durante el congreso de la Asociación de Maíz y Sorgo Argentinos (Maizar). El decrecimiento de la cadena “es inferior al de la producción del grano, estimado en un 22 por ciento. Esto se debe a la compensación del aumento de los precios internacionales, en este caso un 15 por ciento”.
Continúa el mencionado estudio afirmando que la caída de la producción del ciclo 2017/2018 contrasta con la campaña 2016/2017, en la que hubo un aumento del 40 por ciento del área sembrada, y un 38 por ciento en la producción y un incremento del 31 por ciento en el nivel tecnológico. Esos aumentos consolidaron a la Argentina como tercer exportador mundial.
En 2017, la cadena maicera argentina representó un PBI de US$9,600 millones, US$6,300 millones en exportaciones netas (contemplando carnes y lácteos), en tanto que aportó a la recaudación fiscal US$1,820 millones. El 20 por ciento de las divisas netas obtenidas por los argentinos provienen de la cadena del maíz.
El año pasado, según estimaciones del presidente de Maizar, Alberto Morelli, “la Argentina exportó cerca de 24 millones de toneladas de maíz a 122 mercados. Además, quiero hacer hincapié en que la inversión tecnológica del productor maicero le permitió a la cadena obtener buenos rendimientos pese a las condiciones climáticas. La inversión en tecnología es una muestra clara de la apuesta de los productores, que crece rápidamente cuando el escenario político y económico le es favorable”.
