Bienestar animal con enfoque eficiente en la avicultura

El bienestar animal da mucho de qué hablar, pero es evidente que el tema debe abordarse teniendo en cuenta una base científica, los costos y el tiempo que implica ejecutar las mejoras pertinentes y un análisis efectivo del mercado para establecer una estrategia que sea sostenible.

Feyyaz Alacam | Shutterstock.com
Feyyaz Alacam | Shutterstock.com

La avicultura comercial busca sentar su posición frente a lo que podrían ser futuras normativas referidas al bienestar animal en la región, y un adjetivo podría calzar para ese esfuerzo: la asertividad. Esto quiere decir que el sector no para de expresar su sentir en el tema “de forma honesta y directa, respetando los pensamientos y creencias de otras personas, pero sin dejar de defender con claridad los propios”.

Así lo cree Lina Machado, de la dirección técnica de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi) —entidad que es ejemplo del esfuerzo descrito—, cuando explica la postura gremial en el proceso que actualmente se adelanta con el fin de construir una normatividad nacional sobre bienestar animal para las especies de producción en el sector agropecuario.

Fenavi es actor principal del Consejo Nacional de Bienestar Animal y del Comité Técnico respectivo, creados por el Decreto 2113 de 2017, expedido a su vez por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. La primera gran misión de estos organismos: tener lista una norma colombiana en bienestar animal para diciembre de este año.

"No podemos perder de vista cómo se ha desarrollado la industria en nuestro país, y a partir de allí, definir en forma realista los escenarios de actuación". 

Machado presentó estos lineamientos durante el III Simposio Internacional de Bienestar Animal, organizado por la Universidad CES y celebrado en mayo en la ciudad de Medellín. “Es claro que el tema debe abordarse teniendo en cuenta una base científica, los costos y el tiempo que implica ejecutar las mejoras pertinentes y un análisis efectivo del mercado para establecer una estrategia que sea sostenible”, explicó.

Hizo hincapié en que la sostenibilidad de la que habla debe ser tanto para la gran empresa como para el mediano y pequeño productor, “pues es una temática que nos interesa a todos, teniendo siempre en cuenta las necesidades del consumidor por un producto de calidad a un precio accesible”.

Diagnóstico base

“No podemos perder de vista cómo se ha desarrollado la industria en nuestro país, y a partir de allí, definir en forma realista los escenarios de actuación en el corto, mediano y largo plazo”, señaló Machado, reconociendo que “como industria vemos oportunidades y queremos aprovecharlas incluyéndolas en todo un sistema de gestión de la calidad, en mejora continua”.

La normatividad definida impactará un sector avícola comercial mayoritariamente legalizado, con una capacidad de encasetamiento de 170 millones de aves en diversos sistemas de producción. Fenavi destaca, por ejemplo, que las dos granjas de abuelas y 190 de reproductoras existentes cuentan con animales en piso.

Igualmente sucede con el 100 por ciento de las 2,725 granjas de sus asociados dedicadas al engorde de pollo (free run). En cuanto a ponedoras, se tienen 1,512 granjas y de ese total 22.1 por ciento producen con baterías de jaula, mientras que el 77.9 por ciento lo hace con ponedoras libres en piso, en galpones.

Para Machado, el bienestar animal no puede proscribir ninguno de los sistemas de producción existentes en el país. “Nuestra experiencia ha demostrado que todos ellos, de alguna u otra manera, satisfacen las necesidades del bienestar animal. Y en todos los sistemas hay limitaciones de bienestar animal”.

Estas mismas particularidades para cada sistema deben observarse a nivel de cada región natural de Colombia (altura, humedad, temperatura, topografía, infraestructura). “Debemos tener en cuenta factores diferenciadores; todos nuestros productores no producen de igual manera. Hay diferencias que deben ser tenidas en cuenta para poder medir el bienestar animal”.

Otro factor importante a considerar es el tamaño de las producciones. Los pequeños y medianos productores tienen condiciones totalmente diferentes a las de un gran productor y “no por esto no puede tener la posibilidad de evolucionar en sus prácticas de bienestar animal. Por eso no podemos plegarnos ciegamente a experiencias de otras partes, construyamos a partir de nuestra propia realidad para después no tener que lamentar el haber desconocido nuestras características iniciales”.

Concepto ampliado

Si bien la vocera de Fenavi reconoce que en la elaboración de la norma nacional en bienestar animal se basarán en las disposiciones mundiales de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), ese marco futuro tendría un claro énfasis local. “Se proponen entonces criterios de evaluación basados en evidencia científica por la importancia relativa de cada ítem que consideramos asociado al bienestar animal como un todo integrado”.

En este sentido, dio a conocer una tabla de valoración ponderada del bienestar animal avícola que, grosso modo, define lo siguiente: 70 por ciento para la calidad de la alimentación; 14.6 por ciento para el manejo de aves de un día; 3.83 por ciento para la capacitación y desempeño del personal que trata directamente con las aves; 2.4 por ciento en el acceso a vacunas; 2.1 por ciento para el uso de gas como energético; 0.5 por ciento para la calidad de las camas; 0.3 por ciento en la aplicación de desinfectantes; 0.27 por ciento en el aprovechamiento eficiente de los servicios públicos; 0.16 por ciento en el de medicamentos. El sistema de producción tendría un peso específico que oscilaría entre el 4 y el 12 por ciento.

“Trabajamos en definir indicadores objetivos, que no queden abiertos a juicios de valor, estableciendo límites permitidos, con mínimos y máximos. Que se definan claramente unas prohibiciones, limitaciones y excepciones. Todo ello con criterios de evaluación a partir de la importancia relativa de cada aspecto que creemos está vinculado al bienestar animal; con parámetros diferenciados por sistema de producción”, señaló Machado.

Para la experta, el objetivo de este enfoque es que “se le dé relevancia a factores que no son considerados a la hora de hablar de bienestar animal, como bioseguridad, reducción de incidencia de enfermedades, control en el uso de antibióticos, control de prácticas dolorosas justificadas, mejoramiento genético, control de plagas. Nuestra industria avícola está muy adelantada en esos aspectos”.

Machado lleva más allá ese mismo concepto: pide tener en cuenta también las acciones adelantadas como gremio para mantener al país libre de enfermedades como Newcastle e influenza aviar. “Todo eso es brindarle bienestar animal a nuestras aves. Queremos reiterar entonces que el bienestar animal no es un tema nuevo para la avicultura colombiana: hemos producido y producimos actualmente con bienestar animal”.

La disposición desigual de áreas rurales para el desarrollo avícola debe ser una variable a considerar en la definición de normativas nacionales de bienestar animal. Otros criterios son las metas en seguridad alimentaria en países como los latinoamericanos, todavía con grandes poblaciones por debajo de la línea de pobreza. “En bienestar animal debemos tener una visión hacia adelante, pero también hacia atrás, reconociendo lo que se ha hecho bien”, puntualizó Machado.

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