El incremento en US$100 dólares para la tonelada de soya (de US$280 a US$380) ha reducido el de por sí estrecho margen de ganancia de los avicultores bolivianos, a quienes —como si fuera poco— les está llegando una amenaza adicional que deprime todavía más las cotizaciones internas de sus productos, en especial del pollo.
Así lo denunció el presidente de la Asociación de Productores Avícolas de Tarija (ADAT), Fabián Romero Blacut, a El Periódico y otros medios bolivianos. Explicó que están padeciendo un creciente contrabando de pollo argentino, que entra a Bolivia motivado por la caída del peso argentino. “Eso está generando grandes pérdidas a este sector, sumado al aumento de los precios de los granos, que son parte de los insumos que usan los avícolas”.
Desde Argentina, el presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Robero Domenech, informaba al medio especializado Bichos del Campo que es evidente la sobreproducción de pollo argentino, pues el mercado interno en el país austral había alcanzado techos importantes.
“El consumo de carne de pollo en la Argentina está estabilizado desde hace cinco años entre 42 a 45 kilos anuales per cápita. En tanto, la producción está estabilizada entre los 50 y 51 kilos. En consecuencia, hay sobra oferta. Hay mucha carne en el mercado. Si sumamos la vacuna, porcina y aviar, estamos en los 160 kilos anuales para toda la población argentina, y el consumo está en 120. Tal diferencia de 40 kilos hay que ubicarla afuera”, aseguró Domenech, aunque se refería desde luego a la necesidad de realizar exportaciones legales de esta carne aviar.
A principios de mayo, el peso argentino vivió caídas frente al dólar cercanas al 10 por ciento, ubicándose al cierre del mismo mes en 25 pesos por la divisa norteamericana.
