Producción sin antibióticos: el tema de la IPPE

Cada enero, durante la IPPE de Atlanta, siempre hay una cuestión de la que todos hablan, es decir, “el tema” de la feria. Unas veces es la influenza aviar, otras veces las micotoxinas, pero creo que en esta ocasión fue la producción avícola sin antibióticos.

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Stephen Collett, University of Georgia. | Benjamin Ruiz.
Stephen Collett, University of Georgia. | Benjamin Ruiz.

Cada enero, durante la IPPE de Atlanta, siempre hay una cuestión de la que todos hablan, es decir, “el tema” de la feria. Unas veces es la influenza aviar, otras veces las micotoxinas, pero creo que en esta ocasión fue la producción avícola sin antibióticos.

Hubo varias presentaciones y simposios durante la IPPE al respecto. No es para menos: hay muchas empresas, como Pilgrim’s Pride en Estados Unidos, que han anunciado que al menos parte de su producción será libre de antibióticos (antibiotic-free o ABF). Y no sólo eso, también hay empresas que utilizan pollo que han hecho más estrictas sus reglas, como McDonald’s en Canadá.

¿Estrategia de marketing? Personalmente creo que así es, pero me llamó la atención una declaración del Dr. Stephen Collet de la Universidad de Georgia durante el desayuno de Alltech de que “hemos perdido la confianza del consumidor” y de que la percepción de lo que producimos, es una realidad. Nos guste o no nos guste, el consumidor nos observa. Me queda claro que esa pérdida de confianza no siempre es nuestra culpa. Ha habido muchos malos manejos publicitarios y de gente mal intencionada con ganas de dañar una industria como la avícola.

La producción sin antibióticos (ABF) es una realidad, como también lo es la producción sin jaulas. Según los expertos, son factibles y sustentables, aunque no sé hasta donde sean del todo recomendables o la mejor opción. No obstante, me parecen dignas, hasta cierto punto de un mundo perfecto. Para mí el problema es traspasar situaciones del primer mundo al tercer mundo, donde las condiciones son otras, donde la gente gasta un mayor porcentaje de sus ingresos en alimentos.

Es el caso de México, uno de los 34 países miembros de la OCDE, en donde al 38.3 por ciento de las personas simplemente, “no le alcanza el dinero para comprar comida”, el peor índice de la OCDE. Chile, otro latinoamericano, tiene un 27.8 por ciento, un índice igualmente bajo. México, también tiene el ingreso promedio por familia más bajo de la organización, de US$6,400 (en 2012), cifra que seguramente bajó con la devaluación de los últimos años. En contraposición, Chile tiene un promedio de más del doble, US$13,200. Y sólo a modo de comparación, para no dejar dudas, el ingreso promedio por familia en Luxemburgo, que es el más alto, es de US$40,900.

Si los luxemburgueses, los suizos o los estadounidenses quieren comer productos avícolas más caros, ¡adelante! Pero, hago un llamado a las autoridades nacionales e internacionales, medios de comunicación, grupos pro defensa de animales y productores: denle una pensadita a esto antes de traspasar métodos de producción que no corresponden con la realidad. Desde luego, queda claro que el tema de salud pública es una cuestión aparte. 

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