La avicultura, ¿un negocio con demasiados huevos?

En el Mes Internacional de la Mujer, Alexander Barajas Maldonado analiza la representatividad de las féminas en los altos puestos gerenciales y gremiales de la industria avícola.

Rawpixel.com/Royalty free images
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Estamos en el mes de la mujer trabajadora y de estas sí que hay en la industria avícola latinoamericana. Tengo la inmensa fortuna de conocer a muchas de ellas, siguiéndolas en distintos roles y comprobando que en todos actúan con gran profesionalismo y calidad humana.

Eso es innegable. Pero ojo, esta no será una diatriba melosa más sobre lo especiales que son las mujeres en la avicultura. No. Y no porque no lo sean; lo son, como también sus pares varones. Es el tiempo de la igualdad y si vamos a defenderla, pues dejemos el lugar común y lambiscón de endilgarle a la mujer cualidades superiores que en realidad no tiene por su sola condición biológica.

Cuando alcanzan notoriedad merecida, lo hacen gracias a su esfuerzo, preparación y dedicación, como tratamos de hacerlo los hombres y como lo alcanza cualquier persona gracias a una acumulación de cualidades independientes de su género. Eso está bien, lo que no parece tanto es que, pese a tal potencial, ellas no escalen más allá de unos cargos operativos y directivos medios en la industria y en nuestra representatividad gremial.

He tratado de repasarlas y no recuerdo una empresa avícola grande o siquiera mediana en la cual la gerencia general o la presidencia sea ejercida por una mujer. Si repasamos las agremiaciones nacionales, las titulares son contadas con los dedos de una mano (o mejor, de la pata de una gallina) y sobran falanges.

Veamos no más los tres últimos consejos directivos de la Asociación Latinoamericana de Avicultura (ALA), nuestra confederación de federaciones, y solo dos mujeres aparecen allí entre casi una veintena de dirigentes varones. Después de tanto tiempo, hoy la ALA cuenta con una eficiente directora ejecutiva.

Me dirán que 10 o 20 o más años atrás era peor, claro, pero tampoco estamos hablando de una representatividad como para demostrar que también estamos avanzando hacia la inclusión y la igualdad. Aunque no creo en las odiosas cuotas directivas por sexos, también es cierto que todos sabemos que tanta asimetría no se explica en la falta de idoneidad de nuestras mujeres.

¿Faltará valentía y apertura en ellas, o en nosotros?

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