La semana pasada asistí al Simposio Internacional de Influenza Aviar organizado por la Aneca y la Sagarpa, en León, Gto., México. El evento fue de primera clase, por varias razones además de la buena organización: los ponentes fueron de muy buena calidad y el público asistente fue el indicado, pues había una gran cantidad de veterinarios de campo de varias partes del país y de varias grandes empresas, como Tyson, Bachoco, Pilgrim’s, Avigrupo o Bakity. La capacitación de la gente es un elemento esencial en esta lucha.
Se habló mucho de la vacunación, pero para poder erradicar la enfermedad, se machacaron los mismos puntos de siempre: evitar la movilización de aves vivas y de gallinaza/pollinaza de una parte del país a otra, evitar la movilización a grandes distancias de aves a las plantas de procesamiento y la necesidad de que no haya mercados de aves vivas.
Se están haciendo grandes esfuerzos por parte de las autoridades, el gremio y la industria, pero con gran desconcierto vemos la noticia aparecida hace unos días de que la Secretaría de Desarrollo Social del estado de Colima repartió en ese pequeño estado 9,575 pollitas para el programa de “Gallinas de traspatio” y para combatir el hambre. No vamos a discutir si con 9,575 pollitas combatirán el hambre, pero sí que este tipo de acciones se contraponen a lo que hace la industria avícola, el gremio y las autoridades gubernamentales para poder erradicar la influenza aviar. De nada sirven los esfuerzos de erradicación, si entre otras cosas, se realizan estas acciones. Denota una gran falta de comunicación.
Entre las cosas que entregaron además de las pollitas, están alimento de iniciación, vacunas y un instructivo, además de capacitación. Ahora resulta que con un instructivo se pretende ingresar a la altamente tecnificada industria avícola.