Mucho se ha hablado de la necesidad de formular dietas sin antibióticos con bajos niveles de proteína cruda. Son innumerables los beneficios y el costo es cero —o incluso positivo— al tomar en cuenta el desempeño animal.
"Una dieta desequilibrada, baja o no en proteína, siempre va a ser un claro desperdicio de dinero".
Solo en algunas regiones del mundo las dietas bajas en proteína aún se consideran un producto de baja calidad. En contraste, una dieta baja en proteína bien equilibrada es un producto muy conveniente que debería ser digno de una prima de precio, ya que ofrece una recuperación sustancial de la inversión. Por otro lado, una dieta desequilibrada, baja o no en proteína, siempre va a ser un claro desperdicio de dinero.
Una vez se haya tomado la decisión de formular una dieta baja en proteína, la siguiente pregunta es cómo hacerla mediante un programa de formulación de alimentos. Y, para hacer las cosas más interesantes, ¿cuánto es suficiente? En otras palabras, ¿cuánto se puede disminuir la proteína cruda?
La respuesta es sencilla, pero es necesario algo de trabajo para lograrla: es indispensable contar con un buen programa de formulación de alimentos. Así pues, el siguiente listado debe servir como una guía aproximada para propósitos educativos. En lo que respecta a las fórmulas comerciales verdaderas de alimento, la responsabilidad de garantizar que no exista ningún problema debe asignarse a un nutricionista o nutriólogo altamente calificado.
- Comenzaremos por formular una dieta típica que cumpla con los requerimientos de nutrientes de los animales en cuestión (digamos un alimento iniciador para pollo de engorde) solo con ingredientes saludables, tales como maíz y harina de soya, así como con todos los microingredientes necesarios. Debemos evitar utilizar cualquiera o todos los aminoácidos grado alimenticio animal que haya, tales como la L–Lisina HCL, etcétera.
- En nuestro programa de formulación, establecemos un mínimo para todos los aminoácidos (para este ejercicio, casi no hay diferencia si son totales o digestibles, pero ponga los que normalmente use) conforme a las especificaciones de nutrientes que estamos siguiendo. Tal información está disponible, ya sea en las casas de genética o en las entidades científicas, tales como el Instituto de Investigación Agronómica de Francia (INRA) o el National Research Council de Estados Unidos (NRC). Enseguida se ejecuta el programa de formulación y cuando la dieta está correctamente equilibrada (son necesarias varias corridas), entonces anotamos el nivel de proteína cruda. Digamos que es 21 por ciento de proteína cruda, el nivel normal.
- Ahora, fije un máximo a la especificación de proteína cruda. Disminuya la proteína en dos puntos porcentuales, por ejemplo, de 21 por ciento bajamos a 19 por ciento. También agregamos a nuestra lista de ingredientes disponibles algunos aminoácidos grado alimenticio. Lo más probable es que necesitemos añadir lisina y/o metionina. Ejecutamos una vez más el programa de formulación de la dieta y la nueva dieta equilibrada ahora incluirá algunos aminoácidos grado alimenticio. Así, tenemos nuestra primera dieta baja en proteína. Por lo general, es aquí donde la mayoría debería parar. Es decir, que dos puntos porcentuales es un nivel libre de riesgos. Pero tenga la libertad de experimentar más.
- Como un paso avanzado, podemos reducir el máximo de proteína cruda mencionado en otros dos puntos porcentuales, digamos del 19 por ciento al 17 por ciento. Necesitaremos añadir más aminoácidos grado alimenticio, muy probablemente treonina y triptofano. De nuevo, equilibramos la nueva fórmula y ahora contamos con una dieta muy baja en proteína con cuatro puntos porcentuales menos que una dieta normal. Si usamos solo materias primas comunes, una vez más se trata de una fórmula bastante segura, pero si el alimento contiene ingredientes “exóticos”, hay ciertas verificaciones y balances que necesitan de la mano y el ojo de un nutricionista experimentado para garantizar que todo continúe como debiera ser.
- No se recomienda ir por debajo de cuatro puntos porcentuales. De hecho, se recomienda encarecidamente no hacerlo. Se trata de un ejercicio que intentan solo los nutricionistas más calificados como valina, histidina y otros aminoácidos (en función de la especie y la edad), el cual debe ser verificado. Habrá también otros desequilibrios, pues los ingredientes ricos en proteínas no son solo proteína; contribuyen, además, con varios minerales, tales como el potasio. En general, deje que los mejores expertos manejen esto. No es imposible, pero si no se consulta con el nutricionista mejor calificado, es un pase al desastre.
Así que, la próxima vez que lea en alguno de mis artículos o que se requiera una dieta baja en proteína para lograr que funcione cualquier programa de nutrición sin antibióticos, tendrá una idea de cómo se relaciona con sus propios alimentos.
Siempre debe tomarse en cuenta como punto de partida la dieta sin aminoácidos grado alimenticio y no la dieta que se esté usando. La mayoría de las dietas en la actualidad contienen al menos algo de lisina o metionina grado alimenticio. Cuando se recomienda reducir la proteína cruda en X unidades porcentuales, siempre debemos referirnos a la dieta base sin suplemento y no a la que ahora usamos. Al hacerlo de otra manera se corre el riesgo de enfrentar los problemas mencionados en los anteriores pasos cuatro y cinco.
Como nota adicional, este ejercicio aquí descrito debe hacerse disminuyendo la proteína cruda solo una unidad porcentual a la vez: es decir de 21 a 20, a 19, a 18, a 17. Este proceso resultará en que se atraigan aminoácidos grado alimenticio, uno a la vez (cada vez el más limitante), lo cual revela el orden de limitación. Luego, podemos trabajar con otro ingrediente (digamos, harina de colza o cebada) y ver cómo cambia (o no) el orden de aminoácidos limitantes. Repita con otras especies y observe un patrón completamente diferente, aunque similar, para meter aminoácidos en un orden limitante. ¿No les parece interesante la nutrición?