Granjas de ponedoras colombianas y su huella de carbono

En el departamento colombiano de Antioquia un grupo de 17 avícolas firmó hace dos años un Convenio de Crecimiento Verde para reducir su impacto ambiental. ¿Ha tenido éxito?

En el altiplano del Oriente Antioqueño también hay grandes productores de flores con destino a la exportación internacional, que adquieren gallinazas locales. | Foto de Jess Kraft/Shutterstock.com
En el altiplano del Oriente Antioqueño también hay grandes productores de flores con destino a la exportación internacional, que adquieren gallinazas locales. | Foto de Jess Kraft/Shutterstock.com

Dentro de la variedad de pisos térmicos que caracterizan al Oriente Antioqueño, una rica región montañosa del departamento colombiano de Antioquia, sobresale un amplio y verde altiplano que acoge el territorio de nueve municipios: El Santuario, Carmen de Viboral, Rionegro, El Retiro, La Ceja, La Unión, Marinilla, Guarne y San Vicente.

Gracias a su clima templado, relativa baja humedad, buena conexión vial y cercanía con el segundo mayor centro urbano colombiano —la ciudad metropolitana de Medellín, con sus 3.5 millones de habitantes—, en los últimos 50 años se han asentado allí las mayores productoras de huevos en esta sección del país.

La avicultura comercial del Oriente Antioqueño está dedicada en un 95 por ciento a la producción de huevos, con una capacidad instalada para tres millones de ponedoras. En este ámbito privilegiado se producen más de tres cuartas partes de los 100 millones de huevos mensuales que aporta Antioquia a la producción nacional, estimada en 1,100 millones de unidades al mes, de acuerdo con estadísticas de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi). No obstante, los problemas no son ajenos y algunas condiciones retadoras vienen siendo afrontadas con éxito por estos avicultores.

La creciente conurbación está llevando nuevos vecinos residenciales a las tradicionales granjas, lo que hace que la presión y competencia por el espacio, la calidad del aire y el recurso hídrico tiendan a agravarse con el paso del tiempo. Con este panorama, 17 empresarios avícolas decidieron prepararse y han encontrado en la autoridad ambiental un aliado especial.

Suma de esfuerzos

Así lo explicó a Industria Avícola el zootecnista experto en gestión ambiental Nixon Garzón, funcionario de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare), la autoridad ambiental en el Oriente Antioqueño, delegada por el Ministerio Nacional del Medio Ambiente.

“Tenemos un programa de Producción Limpia para la región y dentro de este los más avanzados y comprometidos han sido los avicultores del altiplano. Ya hemos pasado a un nivel mayor de exigencia, más allá de las normas, y con 17 grandes productores de huevos suscribimos en noviembre de 2016 un Convenio de Crecimiento Verde”, aseguró.

Dentro de las 17 firmas avícolas comprometidas voluntariamente con esta iniciativa de mejoramiento ambiental constante están las mayores de Antioquia, como son Kakaraka, Emaús, Avinal, San Martín y Avícola de Oriente, entre otras. Como parte del proceso, Cornare calculó la huella de carbono (emisión de dióxido de carbono) de las seis granjas más grandes, arrojando la cifra de 2,400 toneladas por año.

En estas unidades productivas se viene adelantando un proceso constante de reducción y compensación de dicha huella, y a falta de una nueva medición que se espera para octubre de 2018, Garzón afirmó que “pueden estar compensando ya el equivalente de más de 3,000 toneladas de dióxido de carbono”.

Lo dice porque, además de afinar sus procesos internos, estas avícolas patrocinan familias guardabosques dentro de un programa nacional de compensación por emisiones llamado BanCO2. “Aportan 800,000 pesos colombianos (US$270) por familia al mes (en total, se han vinculado con siete familias de guardabosques) que cuidan zonas boscosas en otras regiones distintas al altiplano, donde la verdad ya no quedan muchas”.

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Se ha calculado la huella de carbono de las seis granjas más grandes en Antioquia en 2,400 toneladas de CO2 por año, aunque pueden estar compensando más de 3,000. | Foto de thodonal88/shutterstock.com

Mejores indicadores, menos conflictos

En los municipios de El Santuario y de Carmen de Viboral se viven los mayores conflictos ambientales con los vecinos de las granjas. Las quejas tienen que ver principalmente con los olores que causa la gallinaza y por eso la autoridad ambiental vigila el cumplimiento de los Planes de Reducción Integral de Olores (PRIO) que debe preparar cada productor.

“Vemos que algunos avicultores incrementan las densidades de sus galpones, pero no tienen en cuenta ampliar también el área de secado y volteo de la gallinaza. Se les exige entonces corregir esa anomalía para que se dé una mejor sanitización, que se comprometan con el compostaje y que monten barreras vivas (cercos densamente arbolados) entre las granjas y los vecinos”, agregó Garzón.

Toda la producción de huevos en el Oriente Antioqueño se efectúa mediante baterías de jaulas, lo que la hace proclive a una creciente transición hacia la automatización. Gracias a este esfuerzo de los empresarios (que en el último año se calcula requirió la inversión de unos 6,000 millones de pesos colombianos, es decir, US$2 millones), el consumo de agua por ponedora se redujo de 230 cc a 200 cc diarios.

Las granjas de las firmas Avícola Kakaraka S.A., Aves Emaús y Avícola Nacional (Avinal) son las que mejores indicadores han mostrado desde su vinculación al programa de Crecimiento Verde, e incluso han saltado a un nivel superior de gestión llamado Programa de Liderazgo Ambiental Regional para la Empresa Sostenible (Progresa).

A finales de 2017, sus representantes recibieron por estos logros un reconocimiento especial por parte de Cornare, así como el sello ‘Progresa’ para sus productos. Kakaraka, como hito relevante, alcanzó igualmente la primera certificación nacional para el sector avícola en Negocio Verde de Colombia, la cual fue recibida por su gerente general Luis Fernando Uribe.

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