Si bien el Servicio Agrícola y Ganadero de Chile (SAG) firmó en la primera semana de junio la resolución que declaró a ese país libre de influenza aviar – con lo cual se puso fin a las tareas de erradicación iniciadas en enero contra dos focos de ese mal en granjas de pavos de Quilpué y Nogales (Valparaíso) – Bolivia, uno de los mercados tradicionales de las exportaciones avícolas chilenas, sigue clausurado.
Así lo informó el periódico boliviano Los Tiempos, al asegurar que “la restricción de la importación de productos avícolas y derivados desde Chile se mantiene vigente desde el pasado 8 de enero, pues el Servicio Nacional de Seguridad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) no autorizó el ingreso de este tipo de productos pese a que el SAG chileno confirmó que se superó el problema”.
Sobre el particular, Miguel Barrientos, responsable distrital del Senasag en Santa Cruz (al oriente, región de mayor producción avícola boliviana), dijo que, “Chile envió los reportes sobre el avance que tuvo respecto a la influenza aviar, pero que es decisión del servicio sanitario de cada país volver a autorizar el ingreso de productos”. Agregó que la cantidad de productos avícolas que ingresaba desde Chile “era considerable, pero que los importadores buscaron alternativas en otros países, por lo que no hubo requerimientos”.
Aseguró además que actualmente el sector avícola nacional registra una sobreproducción, por lo que el Senasag apoya el consumo de la producción nacional. Adicionalmente, aunque no lo dijo Barrientos, existe una conocida y muy actual tensión diplomática entre estos dos estados vecinos, originada principalmente por temas limítrofes y decisiones judiciales chilenas contra connacionales bolivianos.
El 9 de junio, el director nacional del SAG chileno, Ángel Sartori, y el subsecretario de Agricultura del mismo país, Claudio Ternicier, destacaron que la erradicación del brote fue “el resultado de un trabajo coordinado entre el sector público y privado para reestablecer el patrimonio sanitario de nuestro país”. Dos meses después del inicio de la emergencia se logró evidenciar la ausencia del virus, y durante todo el proceso, el SAG invirtió más de mil millones de pesos chilenos (unos USD 1.5 millones).