Perspectivas del control de la coccidiosis

En la mayoría de los países aún se prefiere el método de la quimioterapia profiláctica para el control de la coccidiosis.

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Durante la segunda mitad del siglo XX, se hicieron mejoramientos importantes en el desempeño de las aves comercialmente criadas; en un estudio reciente se mostró que en EUA han continuado estas mejoras, además de que son mensurables incluso en el período relativamente corto de 1995-2001 (Chapman et al., 2003). A menudo, se da por hecho que estas mejorías no hubieran sido posibles sin la introducción de una sucesión de agentes anticoccidianos cada vez más eficaces para controlar la coccidiosis. Sin embargo, en los últimos años se han introducido al mercado pocos medicamentos nuevos. Los compuestos más ampliamente usados, los antibióticos ionóforos, se han utilizado durante más de treinta años con un éxito aparente; estos medicamentos se han usado de manera extensa en los pollos de engorda comerciales, y también hasta cierto grado, durante la crianza de las reproductoras pesadas y de las aves de reemplazo de gallinas ponedoras (Chapman, 1993, 2001). Los medicamentos sintéticos (químicos) se han utilizado en un menor grado; en EUA, en 1955 se introdujo la nicarbazina, la cual aún se utiliza en la producción de pollo de engorda (Chapman, 1994a). En la década de 1970, se introdujeron al mercado muchos otros medicamentos sintéticos altamente eficaces, que se retiraron debido al desarrollo de resistencia al medicamento.

Inicialmente, se creyó que no se iba a desarrollar la resistencia a los ionóforos, pero muchos estudios recientes han mostrado que este no es el caso. Por ejemplo, Mathis (1999) examinó la sensibilidad de aislados recientes de E. acervulina, E. maxima y E. tenella a monensina, salinomicina, narasina y lasalocid, para lo cual encontró que estos medicamentos tenían una eficacia sólo marginal y baja; otros investigadores llegaron a conclusiones similares (por ejemplo, Chapman y Hacker, 1994). La información anecdótica que gente involucrada en la producción avícola le proporcionó al autor, indica que por lo general no se considera a la coccidiosis como un problema importante. ¿Cómo puede ser esto verdad, si los principales medicamentos usados ya no son tan eficaces como antes? En este artículo se analizan las posibles razones.

Resistencia a los medicamentos

Los métodos no convencionales de evaluar la eficacia de los medicamentos implican el desafío de las aves con aislados de Eimeria obtenidos del campo con el uso de una dosis de oocistos lo suficientemente grande como para inducir una disminución de la ganancia de peso o lesiones en aves susceptibles (Chapman, 1998; Holdsworth et al., 2004). Tales estudios pueden indicar si un medicamento es capaz de controlar una infección que cause enfermedad clínica; de no ser así, los aislados se pueden clasificar como que muestran diversos grados de “resistencia” al medicamento. Algunos autores han cuestionado si son adecuados los métodos experimentales actuales para la determinación de la resistencia (Watkins, 1997).

Los experimentos con aislados considerados como “resistentes” a los ionóforos mostraron una falta de control por parte de estos medicamentos, ya fuera que se administrara una dosis pequeña o grande de oocistos, y que se usara la ganancia de peso o la producción de oocistos en las heces, respectivamente, para evaluar la eficacia (Chapman y Shirley, 1989). Debe buscarse por otras partes una explicación de la eficacia de los ionóforos bajo condiciones comerciales en donde están presentes las cepas resistentes a los ionóforos. Una posibilidad es que estos medicamentos no prevengan la adquisición de inmunidad y que ésta se pueda desarrollar antes de que las aves se expongan a cantidades patógenas de oocistos (Chapman, 1999a). De hecho, es una estrategia importante la dependencia de que se desarrolle la inmunidad en parvadas medicadas con ionóforos, que los avicultores de EUA usan para controlar la coccidiosis (véase a continuación). El hecho de que la resistencia se traduzca en una falla del medicamento va a depender del alcance de la exposición a los oocistos infecciosos en la caseta comercial avícola. A su vez, tal exposición va a depender de muchos factores ambientales y de manejo.Podría aumentar nuestro conocimiento del grado en que la resistencia está presente en el campo, si hubieran métodos para identificar cepas resistentes; tal vez en el futuro tengamos esta información (Sangster et al., 2002).

Manejo y ambiente

Los estudios pioneros de Johnson y Tyzzer en la década de 1920 establecieron las bases de nuestro conocimiento de la coccidiosis y de los importantes factores de manejo y ambientales que afectan la incidencia y epizootiología de esta enfermedad (Chapman, 2003). De los muchos mejoramientos en zootecnia y alojamiento que ha habido en el transcurso de los últimos años, uno de los más importantes podría haber sido la introducción comparativamente reciente de los sistemas de bebederos tipo niple. Estos sistemas requieren de un manejo cuidadoso, pero presentan el potencial de reducir la humedad de la cama, que se sabe que es un factor importante en los casos de la coccidiosis clínica. La introducción de sistemas de ventilación eficientes y de alojamientos cerrados ha facilitado un mejor control ambiental, lo que quizás haya ayudado a reducir la probabilidad de la coccidiosis. Williams proporcionó un ejemplo del efecto del manejo sobre la efectividad de los programas de control de la coccidiosis, en el que las aves vacunadas produjeron mayores cantidades de parásitos cuando se demostró que era inadecuado el período de descanso entre parvadas (Chapman et al., 2002).

Otras enfermedades y patógenos

Existen algunas pruebas publicadas de que la coccidiosis es más prevalente en parvadas en las que están presentes otras enfermedades, bacterianas y virales. La introducción de los programas modernos de vacunación para una gran variedad de enfermedades como éstas pudieron, por lo tanto, haber contribuido a una disminución en los casos de coccidiosis clínica. Se han introducido muchos antibióticos para mejorar el desempeño de las aves comerciales, que generalmente se creen que funcionan por medio de la supresión del crecimiento de las bacterias patógenas los cual con frecuencia se usan junto con medicamentos anticoccidianos. Un estudio reciente claramente demostró un mejoramiento en el desempeño de las parvadas al incluirse promotores de crecimiento en el alimento balanceado en combinación con los medicamentos anticoccidianos (Chapman y Johnson, 2002).

Genética del huésped

Se sabe que las diferentes líneas genéticas del pollo pueden variar en susceptibilidad a la infección por la especie Eimeria. Aunque en la industria avícola comercial no se han llevado a cabo programas de mejoramiento genético para seleccionar por la resistencia a la coccidiosis, la selección por “capacidad” incluye a la resistencia a patógenos ambientales comunes, de los cuales la Eimeria es uno de sus componentes.

Sería interesante establecer si el pollo de engorda moderno es menos susceptible a la coccidiosis que sus antecesores.

Ionóforos e inmunidad

Los estudios recientes han mostrado que un factor en la eficacia de los ionóforos ha sido su falta de interferencia con el desarrollo de la inmunidad (Chapman, 1999b). La industria avícola ha aprovechado esto con el aumento del período de retiro del medicamento antes del sacrificio, con ahorros considerables en el costo de la medicación. No obstante, esto puede resultar en un desempeño más bajo, en particular en situaciones en las que se puede exponer a las aves a infecciones fuertes al final del ciclo de la vida (Chapman et al., 2004).

Vacunas

Parece lógico que si se desea la inmunidad, entonces se logre con el uso de vacunas vivas. Recientemente, se publicaron las guías para ayudar a aquellos interesados en diseñar estudios para evaluar la eficacia de vacunas nuevas (Chapman, et al., 2005b). Con el desarrollo de nuevos métodos para vacunar a las aves en la incubadora, la vacunación se ha hecho más práctica. Sin embargo, recientemente se ha mostrado que incluso con especies altamente inmunógenas de Eimeria, como la E. maxima, es necesaria la reinfección para el establecimiento de una inmunidad sólida a las 4 semanas de edad, cuando se les proporciona a las aves una pequeña dosis de oocistos después del nacimiento (Chapman et al., 2005a). La exposición a grandes cantidades de oocistos antes de las 4 semanas podría resultar en una coccidiosis clínica antes de que las aves adquieran la inmunidad protectora. De esta forma, con las vacunas, así como con los medicamentos, el éxito de la vacunación probablemente va a depender de factores ambientales y de manejo que afectan a la cantidad de oocistos infecciosos en las casetas avícolas comerciales.

En años recientes, se han introducido varios métodos nuevos de vacunar pollos, pero en pocos casos se ha demostrado claramente la vía de la infección, ni se ha establecido la proporción de aves infectadas; esto último es relativamente fácil de determinar (Chapman y Cherry, 1997).

Restauración de la sensibilidad al medicamento

El uso de vacunas vivas que se compongan de cepas sensibles al medicamento resulta en la restauración de la sensibilidad a los ionóforos como la monensina (Chapman, 1994b); se llegó a las mismas conclusiones para la salinomicina y el diclazuril (por ejemplo, Mathis, 2003). Es difícil demostrar que la restauración de la sensibilidad haya resultado en mejoras a largo plazo en el desempeño de la parvada; sin embargo, se han recomendado programas que implican la rotación de vacunas con quimioterapia tradicional (Chapman et al., 2002) que la industria avícola usa.

Control actual en EUA

Existe en EUA información precisa del uso de aditivos alimenticios, entre los que se incluye a los anticoccidianos, en el alimento para aves, de una base de datos comercial que cubre a casi toda la industria de pollo de engorda (Agri Stats Inc.). Los datos de 1995-1999 indican que la utilización de medicamentos presenta un patrón anual cíclico característico (Chapman, 2001). Durante el verano y el otoño (de junio a noviembre) se usaron ampliamente programas compuestos de uno o dos ionóforos diferentes (80-90% de los complejos de pollo de engorda), seguidos de una disminución (70-50% de los complejos) en el invierno y la primavera (de diciembre a mayo). Durante este último período, hubo un incremento en el uso de programas duales o “shuttle” (20-50% de los complejos) en los que se utilizó un medicamento sintético y un ionóforo. En general, más del 95% de los pollos de engorda recibieron un anticoccidiano en el alimento balanceado en algún momento de su vida.

Los datos de 2004/2005 indican un patrón diferente de uso de medicamentos. Los programas duales en los que se utilizó un medicamento sintético durante el invierno y la primavera estaban aún muy diseminados (20-60% de los complejos avícolas). Sin embargo, durante el verano y el otoño, el uso de uno o dos ionóforos disminuyó a aproximadamente 50-60%. Los complejos avícolas restantes (10-30%) no usaron medicación anticoccidiana durante este período, por lo que se especula que la razón fue la adopción de las vacuna contra la coccidiosis. En EUA, las vacunas se usan principalmente en los meses de verano; va a ser interesante ver si persiste este patrón en el futuro.

El futuro

No deja de tener riesgos el ver a través de una bola de cristal, tal y como ilustra la anticipación prematura de las vacunas de ADN recombinante. La escasez de nuevos medicamentos para el control de la coccidiosis hace que sea tentador especular que es posible que esté acercándose a su fin la “época de la quimioterapia”, después de haber tenido tanto éxito y de haber durado casi sesenta años (desde la demostración en 1947 de que las sulfonamidas se pueden usar profilácticamente). Como ya se señaló, en EUA donde hay datos precisos, todavía es muy amplio el uso de medicamentos; en Brasil, un país con una industria de pollos de engorda similar en tamaño a la de EUA, aproximadamente 92-95 % de los pollos reciben un anticoccidiano en el alimento (Viana, comunicación personal). Aunque desde la década de 1950 existen las vacunas contra la coccidiosis, su uso en EUA es limitado, aunque como se señaló con anterioridad, podría estar cambiando esta situación (en la actualidad no hay en el mercado vacunas atenuadas que aparentemente se usan de manera amplia en Europa y en otras partes). Por lo tanto, tal vez sea prematuro considerar que tenemos encima a la “época de la vacunación”. Un factor desconocido es el grado al que las autoridades nacionales, en respuesta a la presión percibida del consumidor, puedan imponer restricciones al uso de los medicamentos anticoccidianos en los alimentos avícolas. Actualmente se considera a la vacunación como una propuesta más realista que antes, pero esto no significa que no tenga problemas y que no haya muchas preguntas sin respuesta. En el caso de las vacunas atenuadas, uno de los problemas será la logística de proporcionar suficientes oocistos para vacunar a miles de millones de pollo de engorda en todo el mundo. Un panorama probable en las décadas por venir va a ser la combinación de métodos en los que se integren la quimioterapia y la vacunación en programas diseñados para lograr un control sustentable de la coccidiosis en el futuro inmediato. — Presentado durante la IX Conferencia Internacional de Coccidiosis en Brasil, organizada por FACTA.

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