En mi recorrido por la IPPE, escuché mucho de Venezuela y su industria avícola. Por desgracia nada bueno: puras malas noticias, sobre todo de cómo ha ido cayendo la producción año tras año, de cómo las empresas han ido cediendo, de cómo trabajan con casi nada, de cómo faltan materias primas, etcétera.
Venezuela, otrora con empresas que figuraban en el top ten latinoamericano, presenta una reducción de entre el 40 y 50 por ciento en su gran mayoría. No obstante, hay algunas empresas que han crecido. Dicen las malas lenguas que es debido a que tienen como socios altos (altísimos) miembros del gobierno bolivariano. Nada que se pueda confirmar, por supuesto.
Pero lo que más me sorprendió fue oír que las pocas granjas de reproductoras que hay en Venezuela tienen que tener vigilantes armados, porque la gente se roba las gallinas. Y desde luego, se las roban no para seguir con la producción de huevos, sino para comérselas.
A ese nivel ha llegado la situación, que la gente, sin saber lo que es una gallina reproductora, se la roba para comérsela. Desde luego, no saben que se comen una gallina carísima, la de los “huevos de oro”, con poca carne, pero gallina al fin y al cabo. Pero cuando ya no hay nada, cualquier hoyo es trinchera.
Una vez que terminemos el número de Industria Avícola de abril con los números de producción de los países y las empresas podremos tener una idea más clara de la magnitud del desastre y de cuánto ha bajado el consumo. ¿Ustedes qué piensan?
