Venezuela: cuando ya no queda nada y quieres bioseguridad

Difícil ha de ser trabajar en una industria avícola, en la que no hay insumos. Los venezolanos buscan salir adelante en ese entorno.

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Difícil ha de ser trabajar en una industria avícola, en la que no hay insumos. Los venezolanos buscan salir adelante en ese entorno.
Difícil ha de ser trabajar en una industria avícola, en la que no hay insumos. Los venezolanos buscan salir adelante en ese entorno.

Hace muchos años que no voy a Venezuela. Solía ir a menudo a visitar a los grandes avicultores: Protinal, La Caridad, Souto, La Guásima, y quizás otros que ya no existan. Pasa el tiempo y sigo pensando en Venezuela y la tengo en el corazón.

Unos días atrás recibí un correo de un lector venezolano, que además de informativo, admito me conmovió, por advertir el invencible ímpetu de seguir trabajando en la industria avícola, en su Venezuela y por su Venezuela.

Esta persona, con más de tres décadas de trabajo como gerente de plantas incubadoras, se preguntaba que, si en dichas plantas se realiza una limpieza a profundidad, ¿por qué no hacer lo mismo en los galpones de producción de aves? Un tanto regresar a lo esencial.

En plena crisis, sin insumos y “convencidos de que los métodos utilizados no eran eficientes”, iniciaron desde hace seis años un proyecto de mejoramiento de los métodos de lavado y desinfección de los galpones de reproductoras, pollos de engorde y ponedoras.

A falta de equipos, utilizaron los que ya tenían, pero fracasaron: los equipos no estaban diseñados para espacios tan grandes. ¿Qué hicieron entonces? Redimensionarlos, construirlos a la medida, lo que les ha resultado en un gran éxito.

Han demostrado así que “toda enfermedad causada por virus, bacterias y hongos puede erradicarse de una granja utilizando los métodos adecuados de limpieza y desinfección”.

Quizás la industria avícola no haya prestado atención al lavado − esencia de la bioseguridad − y use en exceso desinfectantes, de forma incorrecta e indiscriminada para resolver problemas sanitarios. La eficiencia de los programas de lavado y desinfección − dice − se relacionan más con el método, que con los productos utilizados.

Pero, la parte impactante es cuando menciona que trabajan en un país “donde ya no queda nada, donde nadie dice nada y tampoco queda nada para trabajar”. No hay desinfectantes ni vacunas, “sólo quedamos los que deseamos mantenernos en la industria, porque en ella hemos vivido toda una vida y encontramos que en la sanidad está la solución”. Admirable. ¿Ustedes qué opinan?

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