Una fórmula típica para pollo de engorde se puede elaborar con facilidad mediante un puñado de ingredientes: un grano principal, como maíz o trigo; una fuente de proteína, como la harina de soya, y no más que unas cuantas fuentes bien conocidas de minerales y vitaminas. Al ponerlas todo esto en algún programa de formulación de alimentos balanceados, junto a una serie de especificaciones de la dieta –las que proporcionan las grandes casas genéticas serán suficientes para esta cuestión–, nos dará una formulación a mínimo costo.
De hecho, así fue mi primer intento de aprender los principios de formulación de alimentos balanceados, e incluso hice mi primer programa de formulación de alimento con una dieta de pollo de engorde como columna vertebral de la prueba.
Nutrientes caros
Una de las primeras cosas que se aprenden en las clases de nutrición es que hay tres nutrientes caros en todo alimento: energía, proteína y fósforo. Si queremos ser 100 por ciento precisos, debemos enfatizar que la energía no es un nutriente, sino una propiedad de nutrientes como la glucosa, pero que al final le llamamos nutriente por conveniencia. De igual forma, los animales no requieren proteína en sí. En su lugar, necesitan los ladrillos constructores de proteína, los bien conocidos aminoácidos, de los cuales, algunos son más limitados que otros. Finalmente, el fósforo no solo es caro, sino que puede ser de calidad variable en términos de su digestibilidad y disponibilidad.
Una vez que conocemos estos tres nutrientes más caros del alimento, se puede comenzar a comprender en dónde se encuentran los principales puntos de presión de la formulación de alimentos. Cabe mencionar que, en cantidades absolutas, en cualquier fórmula se gastará más dinero en cubrir la especificación de energía, después la proteína y al final del fósforo.
Puntos de presión
Este es un término más bien nuevo que describe el punto en el que un programa de formulación de alimento da una solución que ya no puede hacerse más barata.
Cualquier cosa por debajo de tal punto de presión y la formulación se vuelve imposible, es decir, que no puede cubrir todas las especificaciones que se piden. Cualquier cosa por arriba de este punto, la formulación se vuelve innecesariamente más cara. Claro que, los primeros tres puntos de presión son los tres nutrientes más caros que acabamos de mencionar.
Veamos qué pasa cuando incluimos las principales fuentes de estos tres nutrientes: maíz para energía, harina de soya para proteína y fosfato dicálcico para fósforo. Por el momento, ignoraremos el resto de nutrientes.
El establecimiento de únicamente los requerimientos mínimos de estos tres nutrientes dará una solución (formulación) que cumplirá con los requerimientos mínimos, primero del fósforo, después de proteína y el resto será de maíz. En otras palabras, el programa de formulación de alimentos usará las cantidades mínimas posibles de fosfato dicálcico y harina de soya, e ignorará la especificación mínima de energía, ya que necesita traer el total del 100 por ciento con el ingrediente restante: el maíz.
Costo relativo de nutrientes
En el caso descrito con anterioridad, el primer punto de presión es el fósforo. Puede parecer una paradoja, si se considera el hecho de que es el tercer nutriente más caro. Pero cobra total sentido cuando se considera el costo por unidad de los nutrientes requeridos. De hecho, en tales términos, el fósforo es el más caro, seguido de la proteína y después de la energía. Por ende, la energía, la menos cara por unidad requerida, se usa como relleno.
Si hubiéramos incluido un ingrediente indiferente, como la sal (sin fijar un requerimiento para ella o para sus nutrientes: sodio o cloro), el programa de formulación de alimento lo habría usado como relleno en lugar del maíz. En este último caso, damos por hecho que la sal es más barata por unidad de peso (kg o lb) en comparación con el maíz o bien el programa de formulación de alimento continuaría usando sal. Este ejemplo ayuda a explicar por qué a veces vemos que hay ingredientes de bajo costo, como la sal y el carbonato de calcio, que entran en las fórmulas a niveles muy altos, lo que crea un alimento más bien indeseable, algo que necesita arreglar el nutriólogo/nutricionista al fijar un nivel máximo de los nutrientes respectivos.
Europa en comparación con Estados Unidos
En Estados Unidos, la energía sigue siendo el nutriente por unidad requerida más barato. Las fórmulas casi nunca se equilibran en energía, es decir, la energía nunca crea un punto de presión. El maíz en Estados Unidos (y otros lugares importantes de producción de maíz o trigo) sigue siendo relativamente más barato que la proteína (harina de soya). Como tal, la investigación y educación en energía sigue atrasada, mientras que las de proteína han alcanzado los niveles más altos posibles. En muchas partes de Europa es al contrario, donde la disponibilidad de subproductos agroindustriales ricos en proteína y la falta de amplias tierras cultivable de cereales hace a la energía más cara que la proteína. Esto explica por qué en Europa hay más investigación y educación en energía, en comparación con Estados Unidos. Desde luego, el fósforo sigue siendo caro en cualquier parte, por lo que es una gran preocupación para todos.
Mitigar la presión en formulación
Ahora que sabemos qué es un punto de presión −solo describimos los principales y cómo es que suceden−, debemos de empezar a pensar en cómo mitigar esa presión. ¿Por qué debemos hacerlo? La razón es simple, pero oculta. Al reducir, digamos, el fósforo de 0.50 al 0.49 por ciento en una dieta, se puede esperar una reducción muy pequeña en el costo del alimento y tal vez, uno que es muy arriesgado, como el desempeño animal. Este último es especialmente preocupante, cuando las especificaciones de nutrientes de la dieta están muy cercanas a los requerimientos sin ningún margen de seguridad.
En tales casos, arriesgamos deficiencias de nutrientes por ahorros triviales. Ese sería el caso en el ejemplo anterior con sólo los tres ingredientes principales. Pero en los ejercicios de formulación de alimento de la vida real pueden usarse docenas de ingredientes posibles.
En algunos, pero no en todos los casos, un pequeño alivio de la presión en un punto crítico ocasionará que un nuevo ingrediente entre en la fórmula; tal vez un ingrediente que contenga más nutrientes que el fósforo requerido. Esto causa un completo reordenamiento de todos los ingredientes usados, lo que resulta en una reducción significativa del costo del alimento que va más allá del ahorro en fósforo. Cuando pasa esto, un nutriólogo calificado deberá tomar la decisión de si es seguro o si vale la pena mantener esta nueva solución de formulación.
¿Cuál es el valor de ahorros pequeños?
Supongamos entonces que el ejercicio anterior rinde una nueva fórmula con un costo final reducido en $1, que el nutriólogo a cargo considera que no tiene importancia la reducción en el nivel de fósforo, incluso se podría decir que es difícil de determinar en análisis de laboratorio de rutina, y que en general la nueva fórmula luce lo suficientemente interesante para usarse. Si tuviéramos que considerar una granja de pollos de engorde con 1,000,000 aves al año, podemos entonces extrapolar fácilmente a cualquier capacidad real de granja.
Al usar las cifras nacionales de 2016 de desempeño del National Chicken Council de Estados Unidos, encontramos que estas aves crecerán a un peso corporal de 2.81 kg con 1.87 kg de alimento por kilo ganado. De esta manera, en un año pasarán 5,254 ton. de alimento por esa granja. Un simple dólar de ahorro del costo del alimento dará entonces $5,254 de utilidades, en lugar de gastos.
Tal vez no sea una cantidad importante para algunas empresas de pollo, especialmente si se ve una cifra de $0.005254 por ave, que es, menos de un centavo de dólar por pollo. Pero considere también que en Estados Unidos el año pasado se produjeron 8,800 millones de pollos. De esta manera, las matemáticas se vuelven realmente interesantes ya que el potencial de utilidades está un poco arriba de los $46 millones. Dejaré al lector que averigüe el efecto global de este simple dólar.
Es factible que haya pequeños ahorros al mitigar los puntos de presión en el alimento del pollo. Tal ejercicio lo deben desarrollar nutriólogos de lo más calificado, para garantizar que no se vea afectado el desempeño animal, o que, si se afecta, la rentabilidad siga en aumento.
Comprender de dónde vienen los puntos de presión es el primer paso hacia las técnicas avanzadas de formulación de alimento. Esto demuestra claramente que el programa de formulación de alimento es una herramienta que no puede reemplazar al nutriólogo.