Huevos orgánicos, ¿con más de lo que deberían contener?

Alexander Barajas Maldonado: "Expertos de la holandesa Universidad de Wageningen, luego de mucho comparar el contenido de huevos convencionales y alternativos, lograron un filón con potencial diferenciador. Se trata de algunos pigmentos en la yema. Nada más".

Andrew Beierle, Freeimages.com
Andrew Beierle, Freeimages.com

El grueso de los consumidores no sabe u olvida que no existen alimentos 100 por ciento libres de contaminantes, por eso, a la hora de valorar como sano o saludable algo que nos llevamos a la boca, todo es cuestión de dosis soportables, incluso para los considerados alimentos orgánicos o ecológicos.

Ese idílico mundo con que algunos inescrupulosos se lucran usando de manera fraudulenta esas etiquetas podría terminar si se avanza en pruebas de laboratorio que demuestren el origen de la producción, independiente de las auditorías y certificaciones basadas en la observación de los procesos en granja, las cuales son hoy la única garantía para el mercado.

En el caso de los huevos orgánicos o ecológicos, los pasos que se han dado tras esa meta son interesantes. Este mes, el canal televisivo alemán DW emitió el documental “Alimentos ecológicos, moda o necesidad”. Allí informaron que expertos de la holandesa Universidad de Wageningen, luego de mucho comparar el contenido de huevos convencionales y alternativos, lograron un filón con potencial diferenciador.

Se trata de algunos pigmentos en la yema. Nada más. De resto, los huevos son casi los mismos. Una diferencia cromática para un esfuerzo tan grande de portones hacia dentro. Si sirve para conseguir un método objetivo de certificación, bienvenida sea por la agroindustria y los nichos de consumidores que, por esa pequeña diferencia nutricional y por un cambio importante en el sistema de producción, están dispuestos a pagar el doble.

El otro hallazgo no es tan colorido. La oficina federal para la Agricultura de Mecklemburgo-Antepomerania, en sus labores de control, encontró que los huevos alternativos comercializados y/o producidos en ese estado alemán presentan 30 por ciento más de dioxinas, aunque todavía con niveles menores a los permitidos por la Unión Europea.

En un intento de explicación, los estudiosos alemanes suponen lo siguiente: debido a que las gallinas en sistemas de producción alternativos pasan tiempo al aire libre, las aves terminan picoteando suelo o forrajes contaminados, los cuales pueden estarlo de manera no intencional, ya que las dioxinas y pesticidas químicos pueden viajar por el aire o con la lluvia.

Es claro que todavía estamos en un mundo nuevo y falta mucho por conocer; demasiado como para dictar sentencias definitivas y suficiente para respetar la actual diversidad en el mercado.

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