Es por todos conocido que la industria avícola es una gran transformadora de proteína de origen vegetal y en alguna medida también de origen animal, en carne y huevo para plato. Este prodigioso proceso es el sustento para alimentar con productos de gran calidad y de manera cotidiana a gran parte de la humanidad. Es así pues, un eslabón crítico no solo para la industria de materias primas en la elaboración de alimentos balanceados, sino también para toda la industria que posteriormente consume y transforma los productos avícolas en otro de valor agregado. Sin embargo para que éste importante proceso transformador tenga lugar de manera eficiente, es indispensable contar con aves sanas. Por lo tanto, aquí hablaremos de la salud de su aparato digestivo que es la máquina que sustenta dicha transformación.
Enteritis necrótica
Una de las patologías más emblemáticas y de mayor impacto para la integridad intestinal de las aves lo constituye la enteritis necrótica, enfermedad enterotoxémica derivada de la producción de toxinas bacterianas, por el sobredesarrollo a nivel entérico del Clostridium perfringens, bacteria grampositiva, anaerobia y productora de toxinas como la tipo alfa (lectinasa C), la beta y la épsilon, según el tipo de C. perfringens en cuestión (A, B, C o D). Sin embargo, es el C. perfringens del tipo A , el principal microorganismo involucrado en la enteritis necrótica, y el cual es altamente ubicuo, prolífico y esporogénico, atributos suficientes para hacerse presente en cualquier sitio donde haya producción avícola.
A la enteritis necrótica se le conoce también como “necrosis intestinal de las aves” y como entidad patológica, produce erosiones intestinales con destrucción grave de la mucosa intestinal. Con base en su alto grado de morbilidad, las parvadas con enteritis necrótica, en su forma clínica, no solo se ven afectadas con mortalidad, sino muy importantemente en sus parámetros de uniformidad. Sin embargo, la forma subclínica es también de gran impacto para la rentabilidad de las parvadas de pollo de engorde y de postura, ya que una vez afectada la integridad intestinal, se reduce el rendimiento de las aves, aún en ausencia de signos evidentes de morbilidad y mortalidad.
Enteritis necrótica y coccidiosis
La enteritis necrótica suele presentarse frecuentemente y de manera espontánea, lo cual dificulta la sistematización de su diagnóstico, así como su control. Esto último se explica también por las constantes asociaciones a nivel de campo con problemas ocasionados por protozoarios del género Eimeria spp. (entre las principales, E. acervulina, E. máxima, E. brunetti, E. necatrix y E. tenella), también conocida como “coccidiosis” y el consabido daño que causan a la pared intestinal a diversos niveles según la Eimeria spp. involucrada. Muchas veces es la coccidiosis lo que abre la puerta a las toxinas de Clostridium spp., lográndose así un efecto sinérgico.
Así pues, entre los factores agravantes y que propician la constante presencia de enteritis necrótica es atribuible al grado de resistencia de los microorganismos a diversos antibióticos utilizados como promotores de crecimiento, y asimismo hacia los agentes anticoccidianos, razón que sustenta la necesidad de su constante rotación, sin dejar de lado que este ajuste obedece también a condiciones medioambientales, tal como lo realiza actualmente la industria avícola.
Diversos factores
El C. perfringens es la principal bacteria anaerobia que habita en el intestino de las aves, que tiene como principales vehículos de transmisión horizontal, el alimento, las excretas y la cama. Si bien la incidencia de enteritis necrótica es factible aún en aves que reciben un antibiótico promotor de crecimiento, esto sugiere que existen otros muy diversos factores que se entrelazan para propiciar ésta entidad patológica. Como ejemplo tenemos como factor coadyuvante la composición del alimento y las practicas de alimentación. Así, dietas ricas en polisacáridos no amiláceos viscosos de tipo soluble (PNAv), como en raciones altas en trigo, cebada, centeno o avena, forman una capa mucilaginosa lo cual afecta el aprovechamiento de nutrientes, y que a la vez son sustrato para la proliferación bacteriana.
Otro factor nutricional lo representan las proteínas, las cuales al proporcionarse en exceso, o bien provenir estas de fuentes de poca digestibilidad y que al no digerirse en el primer tercio del intestino, alcanzan el intestino grueso donde son degradadas por bacterias el género Clostridium spp. favorecen de nueva cuenta su proliferación. Otro factor de índole nutricional y que está ligado también, es el tamaño de partícula del alimento, en tanto que favorezca o no la función proventricular y de la molleja, los cuales por su actividad de molienda y consecuentemente mejor digestión de la proteína y otros nutrientes, permiten su mejor aprovechamiento, sin contribuir a la proliferación de Clostridium spp. u otras bacterias. Además, a esto se suman factores como la calidad de la cama, el estrés implícito en el rápido desarrollo de pollos y pavos, pues si bien la mayor incidencia de enteritis necrótica se da entre la 3 y 6 semanas de vida, también se detectan problemas desde las 2 semanas. Finalmente se suman también factores como la presencia de micotoxinas, de aminas biogénicas, de aceites rancios o aceites quemados.
Síntomas y lesiones
La historia clínica de las aves con enteritis necrótica suele ser una repentina depresión y baja en el consumo de alimento, ocasionalmente gran cantidad de fluido traslúcido viscoso, y diarrea de color oscuro. Como en otras entidades patológicas que afectan el bienestar del ave, veremos plumas erizadas, postración, letargo, mayor consumo de agua y camas húmedas, y desde luego un deterioro en la conversión alimenticia.
Clínicamente la enteritis necrótica, se determina por la observación de lesiones graves en el intestino que algunos llaman de apariencia de “toalla turca”. En algunos casos de enteritis necrótica se reporta como lesión característica la colangio-hepatitis, pero esta no está presente en todos los casos clínicos.
Son distintas a las lesiones por coccidiosis, donde se observan los nidos de esquizontes, y que por raspado intestinal se logra la observación al microscopio de los oocistos y su identificación.
Impacto del alimento
Como se menciona desde el inicio de este artículo, para la industria avícola moderna la importancia de mantener la salud intestinal es pilar esencial para el desempeño de las aves. Desde hace ya muchos años, la demanda de raciones de excelente calidad y gran disponibilidad de nutrientes busca lograr la máxima expresión productiva de las aves, sin embargo el creciente costo de las materias primas, ha repercutido grandemente en su alto costo hasta rangos superiores al 70 por ciento del total de la inversión. Por lo mismo resulta insostenible para cualquier explotación avícola el convivir con una inadecuada salud intestinal, sin tomar las medidas precautorias. Como podemos ahora entender, lograr este objetivo involucra el compromiso indeclinable del productor por trabajar en todas las áreas que ejercen influencia. Una constante comunicación con el nutricionista y la planta de alimento es parte del campo a trabajar, el manejo de camas y densidad de población en granjas son otros.
Fármacos en el mercado
Desde la posición de la industria farmacéutica y en acatamiento de las regulaciones vigentes en cada país, se ofrecen al productor diferentes alternativas viables para contrarrestar entidades patológicas bien caracterizadas, como es el caso de la enteritis necrótica y la muchas veces concomitante coccidiosis.
El éxito en la elección del antimicrobiano de mayor eficacia y su aplicación racional dependerá principalmente del conocimiento de las propiedades farmacológicas del grupo o familia antibiótica al cual pertenece. Considerar específicamente su eficacia antimicrobiana, su espectro de actividad y los patrones de resistencia bacteriana, evitarán fallas en la medicación y altos costos de tratamiento.
Lincosamidas y otros antibióticos
Para el control de la enteritis necrótica, contamos con antibióticos de gran valía, como la bacitracina metileno disalicilato, mejor conocida por sus siglas BMD, de uso principalmente en salud animal y sin resistencia cruzada con otros componentes antimicrobianos. Es un antibiótico amigable con el medio ambiente por su buena degradación en suelo y así mismo, y como se espera de un promotor de crecimiento, por mejorar el aprovechamiento del alimento y con ello reportar una menor excreción de nitrógeno al medio ambiente. Este producto es de gran utilidad en dietas para pollo de engorde, aves de postura y reproductoras.
Otro fármaco de gran valía para la industria avícola es la lincomicina, a la cual con frecuencia se le considera erróneamente como integrante del grupo antibiótico de los macrólidos, cuando pertenece al de las lincosamidas. Esta confusión afecta de forma grave el conocimiento que se tiene sobre sus características, principalmente porque posee una estructura molecular distinta a la del grupo macrólido y a la del resto de los antibióticos. Esta diferencia estructural le confiere entre otras cosas, su adecuada eficacia antimicrobiana y la escasa generación de resistencia. Debido a que la lincomicina tiene una estructura química única, no relacionada con ningún grupo de antibióticos, el desarrollo de resistencia cruzada es escaso, por lo que las bacterias no desarrollan rápidamente resistencia a la lincomicina. Actualmente, solo tres antibióticos pertenecen al grupo de las lincosamidas, y estos son la lincomicina, la clindamicina y la pirlimicina.
Debe considerarse la elevada efectividad de la lincomicina sobre otros antibióticos como promotor del crecimiento en pollo de engorde, en la prevención y control de la micoplasmosis en aves y cerdos, y en el control y tratamiento de problemas entéricos producidos por bacterias grampositivas, como la enteritis necrótica de las aves. En combinación con la espectinomicina su efectividad se incrementa en la prevención y tratamiento de enfermedades producidas por coliformes y otras bacterias gramnegativas.
Se cuenta también con otras drogas de probada utilidad para el control de la enteritis necrótica como la enramicina, la flavomicina, la avilamicina y la virginiamicina, que sin duda alguna son complementarias en cualquier programa para el control de enteritis necrótica.
Los anticoccidianos
Finalmente y con el fin de controlar la coccidiosis que puede presentarse de manera concomitante, la industria avícola cuenta con importantes anticoccidianos, ajustables a la época y condiciones de producción durante el año. Se tienen de carácter químico, como la nicarbazina para pollo de engorde y pollitas de reemplazo, la robenidina, para pollo de engorde, pollitas de reemplazo y pavos y el decoquinato de uso único en pollo de engorde. Estos tres son eficaces en el control de diferentes especies de Eimeria spp., con gran impacto en la salud de las aves, como E. acervulina, E. maxima, E. tenella, E. brunetti y E. necatrix. De estos tres, la robenidina resulta ser idónea para dejar “descansar” a otros productos anticoccidianos, para los que se supone que ya hay cepas resistentes.
Tenemos el grupo de anticoccidianos conocidos como ionóforos, que pueden ser monovalentes, como la salinomicina de sodio, de uso en pollo de engorde y pollitas de reemplazo, con amplio espectro. Los ionóforos glicosida monovalentes, como es el caso de la maduramicina de amonio, son de uso también en pollo de engorde, pollitas de reemplazo, pero también en pavos. Es muy eficaz en la control de E. tenella.
Otro grupo de anticoccidianos ionóforos divalentes, como el lasalocid sódico y que por su naturaleza divalente minimiza la resistencia cruzada con otros anticoccidiales ionóforos, es ideal en programas de rotación, también muy efectivo bajo condiciones de estrés calórico.
Adicionalmente existen las llamadas combinaciones ideales, de las que es buen ejemplo la combinación nicarbazina y maduramicina de amonio y que son utilizados en pollo de engorde y pollita de reemplazo. Son considerados de amplio espectro y representan también una alternativa ideal en un buen programa de rotación.
No debe dejarse de mencionar que igualmente la industria avícola cuenta con otros principios activos también muy utilizados y efectivos como la monensina sódica, la naracina, el DOT más sulfonamidas, el amprolio y el etopabato, entre otros.
Corolario
Con esto podemos concluir que la salud intestinal de las aves y el buen desempeño de las mismas es una condición alcanzable por cualquier productor. Es pues el entendimiento de los factores que la propician, la toma de decisiones correctas y de manera oportuna y el echar mano de lo que la industria moderna nos ofrece, para lograr el éxito y rentabilidad de nuestras operaciones en tiempos de tanta competitividad y altísimos costos de producción.