Cuando hablamos de la forma en que se da el alimento, sea en harina o en migajas (pélets desmenuzados), la mayor parte de las investigaciones se han realizado con pollos de engorde. En gallinas de postura no sólo es escasa la investigación, sino que también no es concluyente. De hecho, entre los nutricionistas comerciales, no hay un consenso general a este respecto. En la práctica, lo que sucede es que hay preferencias muy regionales que van de una forma de alimento, hasta la completa exclusión de la otra posibilidad.
En algunas partes del mundo, toda la industria de ponedoras administra alimento en harina, pero en otras parecen preferir exclusivamente la alimentación de alimento en migajas. Los que prefieren alimento en harina al de migajas señalan los márgenes bajos de la venta de huevo y hacen la buena observación de la falta de datos contundentes para justificar el gasto de triturar los pélets de alimento, pues de hecho, el alimento en migajas requiere de la peletización previa antes de romperlo en pequeños pedazos. La peletización es un gasto caro, sin mencionar el costo de la peletizadora.
En contraste, los que prefieren el alimento en migajas señalan el hábito natural de las aves de escoger las partículas grandes de alimento, por lo que separan de forme efectiva los ingredientes en el alimento en harina. Sin embargo, esto es menos relevante cuando se limita el consumo de alimento por debajo de los niveles del apetito, pero puede representar un problema de importancia en ponedoras en libertad con comederos comunales. No obstante, los datos disponibles tienden a apuntar hacia el alimento en migajas como la forma más eficiente de alimentar a las gallinas de postura, aunque el efecto es más bien limitado y los beneficios se ven fácilmente debilitados por el aumento del costo.
El argumento de la parte económica
En mi opinión, aunque el alimento en migajas es ligeramente más caro, tiende a funcionar mejor cuando las migajas son más bien duras. Las migajas suaves, como las de dietas hechas de maíz, tienden a crear demasiados finos, lo cual invalida los efectos positivos. Quizás sea esta la principal razón de por qué en algunas partes las migajas no han podido obtener credibilidad en comparación con el alimento en harina.
Las migajas también funcionan bien cuando los ingredientes individuales que conforman el alimento no son de un tamaño relativamente uniforme. En gallinas de postura, este aspecto es de gran importancia, pues a menudo el alimento contiene fuentes de calcio de diferentes tamaños de partícula que ayudan a mantener la homeostasis de este mineral. Desde luego, la molienda fina del alimento (y la adición de calcio grueso por encima en la noche) resolvería el problema de la separación del alimento, pero entonces el alimento estaría muy propenso a formar puentes en los silos, sin mencionar el polvo extra en la caseta y los picos suaves que al final reducirían el consumo de alimento. Y, por supuesto, la administración por encima de calcio grueso en los comederos es también un proceso laborioso.
Ningún argumento es más fuerte que la parte económica, y esto es lo que finalmente va a dictar la forma del alimento. Pero la economía se ve afectada por el desempeño y es aquí en donde debemos nosotros considerar qué es lo que contribuye al éxito o fracaso de un alimento sobre el otro. Quizás no haya una forma de alimento buena o mala, sino una óptima para cada programa de alimentación en particular.